El estudiante

Crítica de Emiliano Román - A Sala Llena

Ideología Líquida

Santiago Mitre da cuenta de cómo hacer que una película pequeña, independiente y supuestamente modesta se transforme en un enorme y épico largometraje. Aclamada en la última edición del BAFICI, tanto por el público como por la crítica; ganadora del premio especial del jurado en el Festival de cine de Locarno, Suiza; el coguionista de Trapero en Leonera y Carancho, y también codirector de la muy interesante El Amor (Primera Parte), demuestra su inmenso talento narrativo en un thriller político, tan ágil y vertiginoso que mantiene la atención expectante de principio a fin.

Doble es el mérito cuando sabemos que se trata de un trabajo hecho a pulmón, con un muy recortado presupuesto, detalle que no se nota en el producto final, que ni siquiera gozó de los subsidios del INCAA. También porque da por tierra aquel prejuicio que rotula al cine argentino independiente como lento, costumbrista y minimalista; todo lo contrario: estamos frente a una película grande y absolutamente dinámica.

No se trata de un filme político que deja un mensaje ideologizado, se trata de una obra que pone la política en el tapete, desde su versión más micro como podría ser la militancia universitaria, y que sirve como metáfora de la más macro, aquello que nos termina definiendo e influenciando como sociedad.

Roque (Esteban Lamothe) es un joven del interior que viene a probar suerte a la gran Universidad de Buenos Aires, como modo de socializar y seducir a chicas, ingresa en grupos militantes. Así, de a poco, va a ir ganando popularidad y poder dentro del sistema académico, para terminar de ocupar un rol de puntero político, donde manipula y es manipulado. Todos los que alguna vez circulamos por los pasillos de la UBA experimentaremos vivencias conocidas donde la política no queda afuera de nuestra formación.

La ideología es sólo el escalón que visibiliza a través de un discurso, muchas veces romántico y hasta utópico, cierto lugar de poder. Es así como los ideales suelen ser olvidados a la hora de manipular, cosificar y ganar posiciones dentro de la carrera política.

Con un enfoque realista, Mitre se vale del seguimiento de cámaras que nos posibilita mirar con los ojos del protagonista; un narrador omnisciente que nos introduce en el relato, imágenes de archivo donde se muestran verdaderas marchas universitarias, y una impecable puesta en escena que retrata con gran ductilidad de planos el interior de la vida en la universidad pública. Las actuaciones son notables; Lamothe se destaca en su primer protagónico y Romina Paula está impecable en el rol de esa joven docente apasionada pero a la vez insegura.

La historia de amor que se desarrolla en el medio no desvía la trama sino que la intensifica aun más. El relato da cuenta de cómo se desarrolla la dinámica en un grupo humano donde no faltan los líderes y chivos expiatorios. Un filme que posibilita un sinfín de análisis sociológicos y psicológicos de cómo actúa el hombre y la cultura frente a la necesidad de imponerse sobre el otro.

Varios aspectos interesantes. La historia en ningún momento explicita algún partido o agrupación política en particular, sólo se centra en desarrollar cómo son los mecanismos y las relaciones que se tejen en la ambiciosa competencia política. Tampoco nos dice de qué carrera universitaria se trata; por las locaciones podemos inferir que es dentro de la Facultad de Sociales, pero no es necesario aclarar porque estas luchas se pueden aplicar a cualquier espacio de la militancia universitaria.

Otro dato es que mientras fue rodada el año pasado hubo dos acontecimientos que marcaron claramente la vida política y social de nuestro país: uno fue el asesinato del militante Mariano Ferreyra y el otro la muerte del ex presidente Néstor Kirchner. Tampoco se los menciona en el film pero están presentes a través de cameos que muestran afiches y panfletos que apelan directamente a nuestro inconsciente colectivo.

El Estudiante, va en camino a hacer historia en nuestro cine; nuevamente se demuestra que para hacer una obra de alta calidad artística no se necesita ni mucho dinero ni una gran campaña de marketing, solo la mirada talentosa y la narración notable de un cineasta que promete. Podría decirse que es un filme casi de visión obligatoria para todo aquel que le interese la realidad política que lo rodea. Nos despierta de cierta ingenuidad y fanatismo, aunque lamentablemente no llegue a exhibirse en las salas comerciales, quizá no sea muy conveniente para aquellos a los que el mismo filme denuncia.