El espanto

Crítica de Marcos Guillén - Cuatro Bastardos

El espanto: Lo que no te mata, te fortalece.

“Somos aquello en lo que creemos, aún sin darnos cuenta“.

Carlos Monsiváis – Escritor y ensayista Mexicano

Desde el comienzo del film la fascinación por el mundo que los directores presentan es insoslayable. La construcción a caballo del suspenso es un acertado acercamiento a esta pequeña comunidad, en la que casi todos los habitantes de una u otra manera curan dolencias, y en el que el misterio es esa rara enfermedad que llaman “Espanto” y el único capaz de sanarla.
Una ambulancia, seguimos a una ambulancia por las calles de tierra, a través de un paisaje campestre hasta el hogar de una familia. Allí una mujer postrada es atendida por la enfermera. Ese es el inicio de este viaje, donde la medicina es vista como un paliativo, un foráneo que se inmiscuye en la cerrada comunidad que la desestima, alegando tener sus propias maneras de tratar las dolencias. Todos ellos son, acaso lo más asombroso, personas reales, que poco tendrán que envidiar a personajes de literarios. Haciendo que el espectador por momentos dude de la veracidad, acaso si la realidad supera la ficción, es indiscutible que de alguna manera lo logra. Sin médicos, cada uno enseñando sus artes, haciendo sus rituales. La presentación de ellos escarba con poca sutileza sus vidas, hasta quizás lugares que se nos pueden antojar algo incómodos de presenciar, por esa falta de replica que acusa, cuando los entrevistados hablan del matrimonio, la homosexualidad y otros tópicos.
Más allá de esa exacerbación en la representación de estos vecinos de El Dorado, es sin lugar a dudas la historia de Jorge, aquel quien es el único capaz de curar tan rara enfermedad del alma.
Tenemos que admitir que el espanto es una extraña dolencia de la que solo teníamos alguna que otra información a través de leyendas urbanas y mitos del interior bonaerense. No fue hasta que buscamos con más ahínco que hayamos algunas definiciones, provenientes del norte latinoamericano. Más exactamente en México, es donde se la define como “una enfermedad que padecen animales y humanos (especialmente los niños), que consiste en la pérdida del alma causada por una gran impresión o por un miedo profundo“. Pero a la inversa de los varios tratamientos que existen por aquellas tierras, en este lugar, solo se cura de una manera. Una ciertamente sorprendente. No diremos más, la sorpresa al saberse lo vale. Pero también es cuando el documental que dirigen Martin Benchimol y Pablo Aparo parece perderse en una maraña de anécdotas que distrae de su premisa inicial, haciendo que el misterio inicial se pierda.
Una realización impecable de cámaras y fotografía, una construcción, en los dos primeros actos, de la historia impecable hacen de este documental un extraordinario viaje a lo profundo y a la vez cercano de nuestra tierra, a un acontecer diario que no se ve seguido pero que también es parte de nosotros.