El espacio entre nosotros

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Amor imposible, film ridículo

La desconcertante El espacio entre nosotros comienza con una misión espacial a Marte patrocinada por un millonario (Gary Oldman). En el trayecto al Planeta Rojo se descubre que una de las tripulantes está embarazada. La madre muere en el parto y el niño nace en destino, pero por cómo fue gestado y las condiciones en que se ha desarrollado su cuerpo no resiste un viaje a la Tierra. Pasan 16 años y Gardner Elliot (Asa Butterfield), que ha sido criado por una bienintencionada científica (Carla Gugino), ya es todo un adolescente. A 225 millones de kilómetros de distancia empieza a chatear cada vez con mayor frecuencia e intimidad con Tulsa (Britt Robertson), una chica tan bella e impulsiva como rebelde y de existencia más que traumática. Algo va naciendo entre ellos y el muchacho está dispuesto a todo por ir (venir) a conocerla.

Lo que arranca como una suerte de mezcla entre Gravedad, Starman y Misión Rescate deriva en la segunda mitad a un remedo de las transposiciones de las novelas románticas de John Green como Bajo la misma estrella o Ciudades de papel. En medio de un proyecto absurdo casi hasta lo esquizofrénico, el irregular director Peter Chelsom (Escucha mi canción, Señales de amor, El poderoso) tiene el mérito de ir a fondo, sin redes ni temor al ridículo. Así, la película podrá ser acusada de todo (hasta de ridícula, cursi o fallida), pero jamás de no ser honesta con los valores que busca transmitir.