El escuadrón suicida

Crítica de Santiago García - Leer Cine

El escuadrón suicida tiene una generosa cantidad de elementos y contradicciones que la convierten en una película interesante, pero a la vez la liberan de ser coherente o seria. Repite la fórmula más perezosa del cine al tiempo que la cubre con sus propias ideas. ¿Y cuál es esa idea? Muy sencillo, cada cual puede elegir su propia aventura. Personaje espantosos, cínicos, imposibles y mal actuados, mezclados con otros nobles, clásicos y emocionantes. Con cosas que resultan completamente insufribles como Harley Quinn, interpretada por tercera vez por la gran Margot Robbie en un papel que ojalá pueda abandonar cuando antes, a otras hermosas como el tiburón digital con la voz de Sylvester Stallone.

James Gunn se repite y busca hacer nuevamente Guardianes de la galaxia, pero con más cosas, porque así es el cine actual, más cosas para convertirse en menos de lo mismo. En 1967 Los doce del patíbulo contó todo lo que se cuenta acá pero bien. Aportó complejidad, humor, acción y ambigüedad moral de una forma que este mamotreto no puede ni soñar. Le agradecemos a Gunn ser un poco menos estático y aburrido que la mayoría de las películas de superhéroes, pero aun así está oda al vale todo no cierra. No hablamos del vale todo el cine, sino de la historia que elige contar. La disparatada nación Latinoamericana con elementos argentinos es graciosa y aburrida a la vez, jugando en el fleje de la pavada, cayendo de un lado y del otro en varios momentos.

Aun no aprendí a reírme de la muerte de los héroes, no está en mi naturaleza, aunque acepto que sean las reglas anárquicas de la película. Y después la pereza de la grandilocuencia que es idéntica a la de los bodoques que hacen los demás films. Me gustaría que la anarquía no alcanzara al guión y sus arbitrariedades, y que la narración fuera más sólida. El escuadrón suicida tiene una catarata de chistes bobos mezclados con chistes buenos. Quién tira cien chistes puede tener la suerte de acertar la mitad, lo mismo pasa con sus personajes y todas sus ideas. La mitad son brillantes, la mitad son tontas e incoherentes.