El empleado y el patrón

Crítica de Julia Tosello - Cine Argentino Hoy

“El empleado y el patrón” de Manuel Nieto Zas. Crítica.
El largometraje uruguayo, mixtura injusticias, desigualdades, culpa y tragedia.

El largometraje uruguayo “El empleado y el patrón” de Manuel Nieto Zas (La perrera, El lugar del hijp) presentado en la sección Quincena de Realizadores del último Festival de Cannes, se estrena mañana 13 de enero en salas de nuestro país.

La película comienza presentándonos a una mujer hamacando a un bebé en una tela en lo que pareciera una forma de ritual. Pronto descubrimos que se trata de Bautista, el hijo de una pareja de jóvenes a cargo de un campo en Uruguay. El padre y la madre de Bautista, Rodrigo (Nahuel Perez Biscayart) y Federica (Justina Bustos) tienen una gran preocupación: puede que su hijo tenga un síndrome, por lo cual se le están haciendo pruebas. Rodrigo es el hijo del dueño del campo (Jean-Pierre Noher) y la forma de vida y las preocupaciones cotidianas que tiene allí con su pareja y su pequeño hijo se contrapone a la vida del resto de las personas del lugar.

Rodrigo, necesitará con urgencia nuevo personal para el manejo de máquinas en el campo. Así, conocerá y contratará a Carlos (Cristian Borges) como reemplazo, un joven de 18 años que ya tiene una hija pequeña junto a su pareja. Carlos es un apasionado por los caballos, por lo que intentará conseguir uno de los mejores tordilloso del campo de Rodrigo para correr el raid de Santa Clara.

“El empleado y patrón” contrasta la vida de dos familias, que en un mismo contexto de ruralidad viven realidades y experiencias completamente diferentes y antagónicas. Puesto que, a partir de lo que será una tragedia absolutamente inesperada, Rodrigo y Carlos se van a ir vinculando y acercándose el uno al otro al mismo tiempo que los miedos y las traiciones irán aunmentando la tensión entre ellos, este es un film que refleja una realidad que parece una constante a lo largo de Latinoamérica. “El empleado y el patrón” retrata injusticias y desigualdades a la vez que plasma el recelo y la desconfianza entre diversos sectores sociales. Al respecto, veremos cómo Rodrigo y Carlos comparten mismas preocupaciones y situaciones como padres, sin embargo el sesgo de clase les impedirá empatizar el uno con el otro.

El largometraje posee una estética muy cuidada en la, a la vez que se retrata la vida rural cotidiana, se maneja muy adecuadamente contrapuntos desde lo visual a través de los que es posible observar en todo momento un límite imaginario entre ambas realidades enfrentadas. Puesto que predominan las tomas largas, el film logra comunicar lo que le acontece y les preocupa tanto a Rodrigo a Carlos, al mismo tiempo que logra describir visualmente la vida que lleva cada uno junto a sus familias. La música, junto con una paleta de colores en la que prevalecen los colores verdes y marrones oscuros, completan el retrato de la vida rural.

El film de Manuel Nieto Zas refleja un drama muy real de muchos contextos socioeconómicos de Latinoamérica, resultando, sin dudas, en una radiografía de muchas de las consecuencias culturales y sociales que acontecen en la sociedad debido a desigualdades e injusticias sociales e históricas que acechan nuestros entornos sociales.