El empleado y el patrón

Crítica de Gimena Meilinger - Sin Subtítulos

Todo comienza con una escena fuera de lo común, una especie de ritual donde una señora hamaca a un bebé y luego va a los padres del mismo a comunicarle lo que ve en ese niño, al que algún síndrome le adolece. Esta pareja (Perez Biscayart y Bustos) son los “acomodados” de la zona ya que el padre de él es el dueño del campo. Por otro lado, se encuentra un jovencito con su mujer y su bebé, que ingresa a ayudar en el campo. Estos personajes muestran, a partir de un mismo contexto, las antagonías de clase y de sus propias realidades. Una tragedia tensa la relación entre ambos hombres, al mismo tiempo que cambian su manera de vincularse, aunque la injusticia y sesgo clasista prevalece.