El emperador de Paris

Crítica de Jessica Johanna - Visión del cine

Vincent Cassel se pone en la piel de François Vidocq, el famoso criminal que luego se convertiría en uno de los pioneros de la ciencia forense, bajo la dirección de Jean-François Richet.
La historia de François Vidocq resulta fascinante y su figura ha servido de inspiración para escritores como Balzac, Poe y Víctor Hugo. No obstante, la biopic que dirige Jean-François Richet y escribe Eric Besnard decide adentrarse en los inicios, en aquella etapa que lo tiene como criminal, entrando y saliendo de la cárcel hasta que, ya con Napoleón Bonaparte coronado como Emperador de París, es atrapado una vez más pero logrando negociar con la policía para trabajar para ellos.

El Vidocq de Cassel es un buscavidas, un hombre que se las ingenia siempre solo y por eso no acepta ningún compañero ni nada parecido. Trabajar para la policía sólo es una opción bajo la promesa de amnistía. En el medio se enamora de una prostituta y es seducido por una baronesa cercana a las autoridades. Y a la larga siempre está dependiendo de Joseph Fouché, personaje que Fabrice Luchini interpreta de manera sutil hasta cobrar cada vez mayor fuerza e importancia. Algo parecido sucede con August Diehl como Nathanael de Wenger, quien busca tenerlo como aliado y al rechazarlo se convierte en su enemigo mortal.

Richet no parece interesado en la parte más jugosa de la historia de este personaje histórico y sus aportes a la criminología, sino que prefiere entregar un relato con acción, tiroteos y huidas, una película que seguramente le hubiese gustado dirigir a Guy Ritchie. De hecho la filmografía de Richet cuenta con varias películas de acción, como Herencia de sangre con Mel Gibson o la remake de la película de Asalto al Distrito 13 de John Carpenter.

Estamos ante un film que resulta entretenido pero su protagonista termina siendo un héroe de acción más y no sirve para conocer mejor a este personaje, ya que se mezcla mucha ficción con tal de lograr un mayor grado de espectacularidad. El despliegue de escenarios y vestuarios de época resulta majestuoso, y el elenco -que se compone por un abanico de actores talentosos- se desenvuelve bien aunque no todos logren resaltar en medio de una trama a veces tan caótica como esas calles de París durante la Revolución Francesa.