El dictador

Crítica de Juan Campos - Loco x el Cine

El cómico más incorrecto del momento se despacha con su mejor personaje.

Admito algo: fui a ver El dictador sin nada de fe. Esperaba otra caterva de chistes racistas, incorrectos y homofóbicos, situaciones incómodas y mucho machismo. Pero, si bien eso fue en parte lo que recibí, también me encontré con una película armada, con pies y cabeza y, sobre todo, muy graciosa.

El dictador nos cuenta la historia de Aladeen (Sacha Baron Cohen), el tirano del país norafricano Waldiya, una potencia petrolera que se niega a abrirse al mundo. Allí, Aladeen tiene la vida de todos en la palma de su mano, y lo hace valer cada vez que puede, utilizando la pena de muerte con tanta facilidad como el control remoto de la televisión. Vive una vida de lujos, alquilando a las mujeres que desee (como Megan Fox, por ejemplo) por una noche y ostentando cada dolar que tiene en su mano con ridículos lujos. Pero su mano derecha, Tamir (Ben Kingsley), tiene otros planes para la oprimida nación: abrir el mercado, crear una democracia y vender los derechos petroleros de Waldiya al mejor postor. Pero, para eso, debe deshacerse de Aladeen, y lo hará reemplazándolo con un estúpido doble (también Baron Cohen) que encontraron en medio del desierto arriando cabras, mientras que al verdadero lo abandonan a su suerte en Nueva York, sin barba, sin dinero e irreconocible. Ahora, Tamir utilizará al doble de Aladeen para declarar que la democracia llegará a Waldiya, algo que el verdadero dictador no está dispuesto a tolerar, ya que piensa en su gente, a quienes tan amorosamente oprime.

Allí, Aladeen debe crear una nueva vida y buscar la forma de recuperar su lugar, y ve una oportunidad de la mano de Zooey, una feminista militante que maneja una casa de productos naturales, con quién se encontró en una marcha en contra de Aladeen (del falso, claro). Así, de a poco, comienza a planificar cómo acercarse al hotel en donde se hospeda su antiguo equipo, y por suerte también se encontrará con Nadal (Jason Mantzoukas), un científico al que había mandado a ejecutar, pero que en realidad fue deportado a los Estados Unidos, que lo ayudará con la parte técnica de su regreso al poder.

El dictador es una comedia que no para. No pasan más de dos minutos sin que llegue desde la pantalla un chiste que, en el 90% de los casos, es bueno. Y en un 95% de los casos, es extremadamente incorrecto. Claro que las bromas machistas, negras, racistas y demás están presentes, y son tan buenas que enriquecen a la comedia convirtiéndola en una parodia grotesca de la situación de los inmigrantes en los Estados Unidos. Si se tiene un mínimo concepto de política internacional, podrán disfrutarse muchísimos chistes muy críticos para con la administración estadounidense. Igual, más allá de la profundidad sociopolítica que le querramos buscar, El dictador es, en si, una comedia sucia y asquerosa que hasta nos va a hacer sentir culpables de reirnos a carcajadas. Si les gusta Padre de familia y American dad, y si están acostumbrados al show grotesco de Sacha Baron Cohen, esta es la película a ver.

@JuanCampos85