El día trajo la oscuridad

Crítica de José Tripodero - A Sala Llena

Atmósfera vampírica.

Lejos de los De la Vega, los García Bogliano y todo el terror sin alma del cine nacional, aparece el sol con El Día Trajo la Oscuridad. Una película que entiende de climas, atmósferas y situaciones implícitas antes que de un vacuo efectismo visual de gore y sonoridades estridentes para remarcar ferozmente lo que el dramatismo de las historias no puede construir. El terror comienza con el contexto: Patagonia, campo, cabaña, tardes azuladas y un puñado de familiares. Anabel (la actriz y dramaturga Romina Paula) llega enferma a la casa de su tío médico Emilio para asistir en la ciudad en el contexto de un brote de rabia. Emilio es el clásico científico-médico-investigador que pretende dilucidar el misterio de un brote, virus o lo que sea que se desarrolle, aunque aquí no se privilegia un principio de apocalipsis o de miedo que acecha a una sociedad sino la relación trastocada entre miembros de una familia y el desvelamiento de una sensualidad escondida.

Siguiendo el tono de los climas más que la carne del terror menos ambicioso, el director Martín Desalvo aplica la estrategia de la sugerencia y es por eso que el erotismo sustituye a los mecanismos más conservadores del género. Claro que el erotismo, como sugerencia de la atracción sexual, es un motivo de los films vampíricos, que en EDTLO operan, también, para montar un ambiente de ensueño como cualidad notable.