El día que me muera

Crítica de Rodolfo Bella - La Capital

El director Néstor Sánchez Sotelo hace un compilado del humor judío en “El día que me muera”. Gran parte de la responsabilidad de que esa idea de los guionistas Verónica Eibuszyc y Gabriel Patolsky funcione es de la actriz Betiana Blum. Blum interpreta a Dina, la matriarca viuda y despechada de la familia que no recibe todo el amor que quisiera de parte de sus tres hijos, dos en Nueva York y otro en Israel donde supuestamente llevan exitosas carreras en cada una de sus especialidades.

   Como las llamadas telefónicas insistentes no dan resultado, la mujer decide poner en marcha un plan que los haga regresar a Argentina y junto a sus amigas, personajes a cargo de Alejandra Flechner y María José Gabín, planea su propia muerte y un funeral organizado en un pelotero devenido en casa velatoria. El plan no puede fallar, excepto por las sorpresas que se llevará Dina cuando lleguen sus hijos y sobre todo por la intromisión de su detestada hermana.

   Sánchez Sotelo, una de cuyas primeras películas fue el drama “Los nadies”, tensa la dirección de actores al extremo y logra que la parodia sobrevuele con gracia todo el trabajo. A eso añade subrayados en el delineado de los personajes que en otro contexto podrían ser contraproducentes pero que funcionan en la idea general de este filme que apela con éxito a los conocidos recursos de la madre sofocante, la culpa y la ironía asociados al humor judío.