El día fuera del tiempo

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Tan solemne y confusa que mueve a risa

Al comienzo de esta historia alguien (luego sabremos quién) explica que en el calendario maya había cinco días de mal augurio. No queda claro a cuento de qué vienen los mayas ni en cuántos días exactamente transcurre la historia, pero el comienzo no augura nada bueno.

La vieja cultura pagana, la voz de una niña, sotanas, latines, detalles de las manos sangrantes de Cristo, pasillos de un colegio religioso, el cádaver en cruz de una mujer, música ominosa, predisponen a una película de terror. Para más, parece que la referida niña es la única criatura que hay en la escuela. Quizá sus compañeritas ya son fantasmitas.

Sorprende de pronto el portero sucio y tuerto que esconde en su covacha libros de Lovecraft, Lobsang Rampa, Allan Kardec, la cábala ¡y el método Silva!, y practica sacrificios animales en plena parroquia. El hereje debe estar medio tocado. Lo mismo, un grandulón neurótico que dice ser monaguillo, y un cura que se lo pasa barriendo como Fray Escoba. Puede ser una película de locos.

O tal vez sea un reclamo contra el celibato, ya que dos curas del colegio son demasiado cariñosos con el personal docente femenino, y entre las hileras de la biblioteca asoma una revista con una chica de espalda descubierta en la tapa. Por ahí alguien menciona que con los asesinos sueltos "todos estamos en peligro", así que también puede ser una película de actualidad. Pero no, porque se ambienta en 1987, año de la Ley de Obediencia Debida, razón por la cual la madre de la nena sufre crisis nerviosas, se niega a decir de quién es hija, y la tía se ocupa de todo. En gacetillas, esto se anuncia como una reflexión sobre el ocultamiento de identidad, el tema del doble, la naturaleza del tiempo, la diferencia entre lo real y lo imaginario, y otras cosas que tampoco alcanzamos a distinguir.

A resolver el caso del cadáver en cruz (que era catequista) llega el supervisor Morgan, un petiso que debe ser mago, porque le da y le da a la petaca y nunca se le termina. Sus investigaciones lo enfrentarán a dos criminales, varios cómplices involuntarios y un marido rabioso que por su culpa perdió el juicio de divorcio. Hacia el final hay una sorpresa medio ridícula pero sorpresa al fin, la cosa se enreda y oscurece, luego parece que los días de mal augurio pasan y sale el sol y todo eso.

Intérpretes, Gonzalo Urtizberea, el veterano platense Mario Vedoya, que ha hecho toda su carrera en España y acá hace bien su parte de padre superior y secreto picaflor, y el sevillano Bernabé Rico, que parece Enrique Pinti cuando era joven y flaco. ¿Fue flaco alguna vez Enrique Pinti? ¿Hay escuelas de una sola alumna? ¿Y vendedores de garrapiñadas a la salida de una escuela con una sola alumna? ¿De quién es la revista? ¿Por qué el inspector saca a relucir la sospecha del amor fraterno entre

Ariadna y el Minotauro? ¿Por qué todo tiene un aire tan solemne, confuso y amenazante que mueve a risa? ¿Por qué hacen este tipo de películas? Otra tarea para el supervisor Morgan.