El día fuera del tiempo

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

Dios, patria y cine noir

En su segundo largometraje de ficción, Cristina Fasulino combina una serie de influencias y arriba a un film extraño, donde las partes no llegan a cristalizarse y, sin embargo, consigue un buen resultado. La película está ambientada en 1987; mientras Alfonsín anuncia la ley de amnistía, una docente muere misteriosamente en un colegio franciscano. El investigador Morgan (Gonzalo Urtizberea), un Marlowe criollo, con petaca en lugar de termo, entra al colegio y atraviesa una red de relaciones ocultas, hasta hallar un par de dibujos de una estudiante que parecen anunciar el asesinato. Los dibujos son de Ariadna, una chica nacida en cautiverio mientras su madre, sobreviviente, teme que la amnistía devuelva a los captores a su hogar.
Si la primera parte sugiere un thriller sobrenatural, al estilo de Alex De la Iglesia y Guillermo del Toro, la segunda se impone como testimonio de lo que la dictadura dejó (y en ese sentido, El día fuera del tiempo es un desprendimiento de El secreto de sus ojos). De los tres curas del colegio, el padre Rafael, un español agraciado, aparece como el más solícito con Morgan; se muestra protector con Ariadna y atraído hacia su tía, la profesora de música. En ese núcleo la trama empieza a desnudarse, pero Fasulino también incorpora personajes bizarros, como un pirulinero gay y un monaguillo algo retrasado, con corte de pelo a lo Carlitos Balá. Entre algo de humor y una esencia bien porteña, la película encuentra su encanto.