El destino de Júpiter

Crítica de Agustina Tajtelbaum - Toma 5

No estamos solos en el universo

Volver a dirigir en ciencia ficción contando con la trilogía Matrix en el curriculum no debe ser tarea fácil. Hay mucho que llenar para superarse a uno mismo, y a eso apuntaron los hermanos Andy y Lana Wachowski con “El destino de Júpiter”. Esta superproducción con escenarios steampunk espaciales que nos recuerdan un poco a Metrópolis, cuenta la historia de Júpiter (Mila Kunis). Ella es una mucama pobre y bastante disconforme con su vida que se enterará que es parte de la realeza, reencarnación de la matriarca de la familia de Abrasax.
Ok, lo admito, la chica pobre que descubre que es una reina no es una idea poco explotada. Así que vamos a la ciencia ficción. Los seres humanos no son oriundos de la Tierra, sino que dominan gran parte del universo desde hace millones de años, con su consiguiente gran tecnología. Los planetas son granjas donde se cosechan recursos y se venden como propiedades. La dinastía de Abrasax, dueños del negocio del real estate, entran en guerra cuando la reencarnación de su madre podría (o no) reclamar los títulos que le correspondían en vida. El mayor, Balem (Eddie Redmayne) prefiere sacarse de encima lo que se interponga en su herencia; mientras que los menores, Titus y Kalique, prefieren a Júpiter de su lado a la hora de hacer negocios.
Pero de esto Júpiter no tiene ni idea, y francamente es un personaje bastante idiota. En un pasamanos que dura gran parte de la película, los tres hermanos contratan diferentes mercenarios para ir a buscarla. Uno de ellos es Caine (Channing Tatum), que después de una persecución excesivamente larga recibe la ayuda de Stinger (Sean Bean). La pobre Júpiter cambia de manos entre los tres herederos, todos traicionan a los demás, es un lío. Es una serie de intrigas de política y negocios donde quedan varios baches sin cerrar. Además, en esta dinastía se mezclan los negocios y los sentimientos. Si hay algo que arruina todos los negocios es hacerlo personal, ¿no? Así que para arruinar al personaje un poco más, Júpiter se levanta un día y se da cuenta que está enamorada de Caine, el mercenario contratado por Titus.
Probablemente, si Mila Kunis hubiera hecho un mejor trabajo al ir variando sus expresiones y lenguaje corporal, esto tendría un poco de sentido. Pero no lo tiene, y su extrema inexpresividad sumado a que tiene escrito un personaje que es una chica estúpida, arruina mucho las cosas. Pero no todo es malo, lo cierto es que el trío masculino de Redmayne, Tatum y Bean han demostrado que son buenos actores. Es muy genial ver al buenazo de “Teoría de todo” en el papel de un villano sin mucho escrúpulo y con problemitas de la infancia sin resolver. Otro punto fuerte es el CGI y los increíbles escenarios construidos de las diferentes locaciones de la galaxia. Un gran trabajo, un diseño excepcional que se luce al 100%. Es una pena que mucho de lo bueno que tiene esta película quede opacado por el personaje de Júpiter y la paupérrima interpretación de Mila Kunis. Ejemplo: misma expresión cayendo al vacío, en un casamiento, o profiriendo una amenaza.
Los muchachos hicieron un gran trabajo, pero Kunis no tiene el calibre para un papel principal como este. Sería mejor si se quedara con las comedias pavotas. Imaginemos que lo hace por decir, Jennifer Lawrence y ¡pum! salió la nueva Matrix. Pero en definitiva esta nueva producción de los hermanos Wachowski se queda corta. Algunos baches en cómo cerrar la historia, y lo excesivamente largo de las peleas y demás tomas de acción podrían no ser un problema tan grave si el personaje principal hubiera cumplido. El talento está ahí, pero deberían elegir mejor a su elenco. Mejor suerte para la próxima, Wachowskis.

Agustina Tajtelbaum