El depredador

Crítica de Alina Spicoli - Estrelladas TV

Contra el gran alien

“El Depredador” (The Predator, 2018) es una película de acción y ciencia ficción que se ubica como la cuarta en la saga sin contar las dos cintas de “Alien vs. Depredador” (Alien vs. Predator). Está dirigida y co-escrita por Shane Black (Iron Man 3, The Nice Guys), el cual tuvo el rol secundario de “Hawkins” en la primera entrega de 1987. El reparto incluye a Boyd Holbrook (La Huésped, Narcos), Jacob Tramblay (La Habitación, Presencia Siniestra), Olivia Munn (¿Cómo lo hace?), Trevante Rhodes, Keegan-Michael Key, Sterling K. Brown, Thomas Jane, Augusto Aguilera, Alfie Allen (Theon Greyjoy en Juego de Tronos), Yvonne Strahovski (Serena en The Handmaid’s Tale) y Jake Busey. La trama se desarrolla después de los eventos ocurridos en “Depredador 2” (Predator 2, 1990).

En una misión de recuperación de rehenes en la selva, el francotirador Quinn McKenna (Boyd Holbrook) y su equipo son atacados por el depredador. Antes de que el agente del gobierno Will Traeger (Sterling K. Brown) detenga a Quinn, éste logra quitarle la máscara al alien y enviarla a la casa de su ex mujer Emily (Yvonne Strahovski) para luego estudiarla. Sin embargo el paquete lo abre su curioso hijo Rory (Jacob Tremblay), niño que sufre bullying en la escuela y decide usar el artefacto como disfraz para salir a pedir dulces en Halloween. Junto a la científica Casey (Olivia Munn), los demás cautivos, que también son considerados locos por el agente Traeger, se unirán a McKenna para salvar a Rory y detener a las peligrosas criaturas que otra vez volvieron a la Tierra.

La primera película de Depredador, protagonizada por Arnold Schwarzenegger, se caracterizó por tratar la temática de los extraterrestres de una forma seria, creando buenas secuencias de suspenso, acción y gore sin olvidarse de algunas líneas graciosas entre buenos camaradas. La segunda parte, no tan buena como la original, supo respetar las reglas de su antecesora adaptándose a otro territorio: la ciudad de Los Ángeles en una batalla a cielo abierto entre carteles de droga. Con este nuevo filme Shane Black no solo tira por la borda la estructura narrativa y estilo ya construido, sino que convierte a “El Depredador” en una cinta que ni parece ser parte de la misma franquicia.

Casi sin ninguna escena donde el silencio y la intriga tengan presencia, el director le dio un gran peso a la comedia en esta producción. Aunque algunos chistes funcionan, la historia que al principio entretiene pronto se vuelve insostenible y bizarra. Los personajes no despiertan interés y, lo que es peor, la sensación de amenaza nunca llega a traspasar la pantalla.

Aliens en forma de animales, otros más gigantes o con ADN humano hacen que la película se vuelva una combinación muy poco atractiva. Tendremos grandes explosiones y muchísimos tiros, pero el recurso de invisibilidad y de que el espectador pueda ver todo desde la mirada de la criatura ya ni siquiera parece interesarle a Black.

Está bien que “El Depredador” quiera adaptarse a una nueva generación, no obstante la abundancia de CGI, la burla constante y la estupidez del argumento no producen un buen resultado. Si sos fanático de las anteriores mejor ni ver esta nueva producción y si buscás algo pochoclero, esta cinta ni siquiera va a lograr entretenerte.