El dedo

Crítica de Andrea Migliani - Puesta en escena

Cuando un pueblo llega a los 501 habitantes ya tiene otro estándar, cuando el soltero más codiciado del mismo muere y guardan su dedo índice para que éste guíe los destinos y además sea una suerte de Watson en formol que ayude a descubrir el asesinato ya la cosa se pone peliaguda.

Cerro Colorado es el lugar y 1983 el año. Democracia recuperada, la política a flor de piel pero desde lo cotidiano, desde un lenguaje de entre casa, desde una reflexión entre nos. Porque ese dedo hacedor de preguntas y dador de respuestas sugiere muchas cosas, algunas absolutamente locales y otras universales, pero su tono y una cierta pregnancia hacia lo que significaron siempre los modos personalistas y hasta paternalistas de encarar la elección de un líder se representan allí como si el pequeño pueblo que ya tiene entidad electoral fuera una sinécdoque de todo el país.

Rodada en cinco semanas con algo más de 30 actores y más de 300 extras, el film cuenta con muy buenas actuaciones de Gabriel Goity, Rolly Serrano, Mariana Briski y el siempre espléndido Fabián Vena que narran esta historia en clave de comedia absurda que se sostiene en los acertados trazos de humor de Sergio Teubal que sabe manejar el tempo del libro con el que trabaja y al mismo tiempo sabe acertar en esos lugares de emoción y subjetividad argentina en la que no podemos no reconocernos. Hay en el film un carpe diem que enamora por la situación idílica de vivir en un pueblo y a la vez un absurdo notable y ostentoso en la cuestión de que un dedo índice maneje la vida de los habitantes de ese lugar.

Otra buena película del cine nacional en este año que aún no promedia y que ya ha dado sus frutos.