El dador de recuerdos

Crítica de Lilian Lapelle - Cine & Medios

Un futuro monocromático

Siguiendo la linea de "Los juegos del Hambre" y "Divergente", este filme se sitúa también en un futuro no muy feliz. Luego de guerras, colapsos ecológicos y otros desastres, la humanidad ha encontrado el equilibrio en una sociedad extremadamente ordenada, donde todos son iguales y cada uno tiene una misión que es otorgada por los ancianos, ya que son ellos quienes luego de observar el desarrollo de cada niño, le otorgan el oficio o profesión donde creen que será mas útil. No hay lugar para los sentimientos y las emociones, dado que creen que estas han sido las causantes de los males que ha sufrido la humanidad, y al suprimirlas solo habrá lugar para una sociedad sistematizada y próspera.
Jonas (Brenton Thwaites) ha cumplido 18 años y llegó el día en que en una ceremonia especial los ancianos le otorgarán el oficio que desarrollará durante el resto de su vida; mientras a sus amigos les otorgan tareas como ser pilotos o enfermeras, Jonas recibe una mucho más delicada. Cada año se elige a un chico para que reciba de un anciano sabio los recuerdos de cómo era la humanidad, cómo era ese mundo que han elegido suprimir, y así al mantener vivo ese testimonio sabrán por qué es mejor continuar como están. Pero la información y las emociones que Jonas recibe de el dador, (de allí el nombre original de la película: "The Giver") no causan el efecto que los ancianos esperaban, sino que despiertan su curiosidad, y comienza a sospechar que ese mundo tan prolijo, donde todos están tan correctamente adiestrados, está muy lejos de ser un lugar perfecto, y mucho menos justo.
Es imposible no recordar "Un Mundo Feliz", aquel extraordinario libro de Aldous Huxley, al ver los primeros minutos de este filme, especialmente al ver a esos niños que nacen en un laboratorio y que no son propiedad de nadie, todos reciben la misma educación y son engranajes de una sociedad que pretende ser perfecta. Pero no hace falta ver demasiado para saber que es otra película más de esas basadas en libros de ciencia ficción efectivos y no muy complejos, y absolutamente orientados a adolescentes. Por lo que los protagonistas parecen modelos publicitarios, la trama es accesible, la estrucutura lineal y las alusiones a la esperanza, los sueños y el amor abundan durante todo el relato.
Algo interesante de esta película es que no ha recurrido a un estética efectista, o recargada (como en el caso de "Los Juegos del Hambre") sino que con recursos más simples ha logrado mejores resultados, como por ejemplo el cambio de blanco y negro a color ha medida que el protagonista descubre las emociones, o los objetos minimalistas que representan a esa sociedad tan pulcra y ordenada.
La película cuenta con un interesante as en la manga que son las actuaciones de Meryl Streep y Jeff Bridges, que con interpretaciones que no parecen haber significado un gran desafío para ellos, le otorgan un poco más de calidad al filme.