El cuidado de los otros

Crítica de Isabel Croce - La Prensa

Luisa trabaja en un taller de alfarería y para compensar un sueldo escaso hace tareas como niñera en una casa de clase media. Todo es cotidiano en su vida hasta que suceden dos hechos aparentemente no significativos. Una tarde se le cierra la puerta del departamento en el que cuida al pequeño Feli y llama a Miguel, su novio para que la ayude a entrar. Algo ocurre (no queremos adelantar más datos para mantener la expectativa del espectador) y el pequeño termina internado.

El resto es algo así como una odisea personal que se plantea Luisa con ella misma ante el descubrimiento de algo tan fundamental como la responsabilidad. Y no sólo eso: cómo se hace si hay también dos seres queridos involucrados y uno de ellos parece no tener conciencia de su parte de culpa. Luisa ama a ese chiquito que cuida todos los días, pero también ama a su novio, involucrado sin querer en la situación.

Con esa austeridad que caracteriza el cine del director Mariano González ("Los globos") se desarrolla esta asunción de la culpa y la duda en el individuo (en este caso Luisa). Como una sumatoria de tensiones, un velo parece envolver a la chica que intenta explicarse y también explicar a los que se vieron afectados (la familia del chico impide cualquier diálogo).

El espectador del cine de este joven director (y actor; es Martín, el novio de Luisa) observa acciones que llevan al núcleo temático, se interna en el clima casi enfermizo que va carcomiendo a la protagonista y toma conciencia de eso que sutilmente separa clases. ¿Cómo es que una relación hasta ahora casi perfecta, de servicio y cariño, interrumpida por un hecho fortuito pero peligroso, puede no admitir ni siquiera una explicación (aceptada o no) y terminar abruptamente? Como en el notable cuento de Liliana Hecker "La fiesta ajena", Luisa se da cuenta de que hay estratos que separan gente y sentimientos, que ella no es más que una chica por horas que se equivocó.

Un relato minimalista, intenso, con climax y una gran actriz, Sofía Gala Castiglione, que con mínimos gestos, intensas miradas y sólida actitud emocional se pone al hombro el protagonismo de un filme.