El cuarto azul

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Atrapa perturbadora adaptación de Simenon.

A veces, para no arruinar un buen momento, o tan sólo para que la mujer no lo siga fastidiando, el hombre es capaz de decir cualquier cosa, sin pensar en las posibles consecuencias. Así es como muchos terminaron casados. O cazados. Lo primero que acá vemos es una escena pasional. Lo segundo, una escena policial. Todo a causa de un malentendido que ahora puede continuar en la Corte. Incluso puede agravarse.

La historia transcurre en un pueblo del Sarthe, cerca de Le Mans, donde corren los autos más veloces. También la relación entre los dos personajes protagónicos corre veloz, después de largos años sin verse. La mujer está decidida a recuperar el tiempo perdido. El hombre está perdido. Es un simple concesionario de maquinaria agrícola hambriento de sexo, rodeado con brazos y piernas por una amante que entiende las cosas a su gusto y actúa en consecuencia. La esposa y la hija ignoran la doble vida del hombre de la casa y creen que está todo bien, dentro de lo que cabe. Quizá también el marido de la mujer crea que está todo bien. El juez de instrucción terminará sacando conclusiones. Ciertas o erróneas, eso lo tendrá que decir el espectador (si su esposa lo deja).

De la trama, no corresponde contar más. Esta es una de esas historias que enganchan al público y lo tienen cada vez más agarrado, y en partes también asustado. Película breve, de apenas 76 minutos, pero intensa, precisa, perturbadora. Y erótica. Alternando los tiempos, asistimos simultáneamente a la historia pasional, la intriga policial y el drama judicial. Cada parte ilumina las otras, y hace el conjunto más terrible. La fotografía, y la sensualidad de ciertas escenas, lo hacen más atractivo. Las actuaciones son excelentes, incluyendo los intérpretes secundarios como el juez que compone Laurent Poitrenaux con todo detalle.

Dato interesante: la pareja de amantes en la ficción está casada en la vida real, se trata del excelente actor cara de loco Mathieu Amalric ("La escafandra y la mariposa", "007: Quantum of Solace", "Tournée", etc.), y su esposa, más alta que él, Stéphanie Cléau. Además son los autores del guión. Y él dirige. Más interesante: la historia adapta una novela corta del gran autor de policiales Georges Simenon, buenísima. Ya otra gente la había llevado al cine en 2002 como "La habitación azul" (Walter Doehner, con Juan Manuel Bernal y Patricia Llaca, producción mexicana), pero lo único bueno que tenía era el ronroneo de la protagonista. La versión que ahora vemos es enteramente buena.