El cuarto azul

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Desear para morir

El actor y director Mathieu Amalric elige la adaptación de un policial del escritor belga Georges Simenon para desarrollar una trama minimalista que expone las consecuencias de un amor apasionado y clandestino que se conecta con dos muertes dudosas de allegados a los amantes.

A Mathiue Amalric no le interesa en El cuarto azul develar el misterio y la verdad de los hechos más que desde lo anecdótico para reconstruir a partir de flashbacks y declaraciones policiales o ante el juez la relación secreta de estos dos personajes, para quienes varios encuentros secretos se convierten en una cadena de acontecimientos mucho más peligrosos pero dotados de intensidad.

La fragmentación así como la austeridad en la puesta en escena es una de las claves para que el relato no se estanque en un recuento sumario de situaciones normales dentro de los parámetros de toda relación, entre amantes, dominadas por el fuego de la pasión y en la que tampoco queda de lado el juego de seducción y manipulación a la hora de conocerse la verdad.

El cuarto azul también permite una lectura cinéfila al encontrar no desde la superficie narrativa, sino un poco más profundo, la marca registrada del suspenso del maestro inglés Sir. Alfred Hitchcock, tanto en lo que hace al avance de la historia como a la atmósfera creada de una banda de sonido omnipresente, característica de muchas de las grandes obras del cineasta británico.