El contador

Crítica de Javier Luzi - Visión del cine

El contador, un thriller adulto que apuesta a una historia original y puede ser leído como una mirada sobre los superhéroes.
Christian Wolff (Ben Affleck) es un hombre que ha conseguido superar el autismo (Síndrome de Asperger) que se le ha diagnosticado de pequeño y se gana su vida como contador. A partir de su habilidad e inteligencia con los números tiene como clientes a grupos criminales a los que ayuda a “limpiar” sus fortunas mal habidas, razón por la cual es investigado obsesivamente por el encargado de la División del Crimen del Departamento del Tesoro, Ray King (J.K. Simmons). Cuando se topa con el encargo de una firma familiar para descubrir algunas diferencias en los balances conoce a Dana (Anna Kendrick) y cuando su auditoría es abortada de repente y la damisela ve en peligro su vida, el tímido, reservado y apocado profesional se convertirá en un hombre de acción mezcla de soldado y espía inquebrantable (que supo sacar partido de un padre militar y sus” enseñanzas” un tanto especiales), desatándose una lucha sin cuartel, llena de violencia y muerte, y por la que se reencontrará con el pasado que creía perdido.

Gavin O’ Connor construye este thriller dramático con pulso firme y buen sentido de la acción especialmente en su segunda mitad cuando ya los personajes han sido presentados y ciertos secretos del protagonista han sido expuestos (algunos otros no serán revelados sino hasta el final). Los toques dramáticos (el autismo, los conflictos familiares, etc.) y el romance no pasan de ser un mero ornato decorativo resuelto con trazos gruesos y giros propios de un culebrón que si no muestran más su falta de profundidad es gracias al registro seco, distanciado, de suma parquedad y concisión que siempre se elige para contar (salvo una escena que trabaja con el agregado de información y el suspenso pero se repite innecesariamente en tres oportunidades! Y dos de ellas casi pegadas).

Registro que permite que Affleck salga airoso en su rol al sacar provecho de su hierático modo de actuación pero que por otra parte deja en evidencia el desaprovechamiento de algunos personajes que se mueven más al ritmo de la funcionalidad requerida por el guión para avanzar que por un desarrollo profundo de los mismos (el caso paradigmático es el de Anna Kendrick) y cierta subestimación sobre los saberes del espectador (el cuadro de Pollock por ejemplo).

El contador resulta un entretenido filme, menos como una observación verista sobre la posibilidad de “vencer” al autismo, -y seguramente resulte simplista y peligroso en su particular mirada sobre el tema-, que como una relectura del género de superhéroes: protagonista con un pasado traumático y padres ausentes o “especiales”, el freakismo que los caracteriza, la soledad y la doble vida, el equipo que lo ayuda desde las sombras, la filantropía culposa por la fortuna conseguida y el objetivo de hacer el bien y ayudar a los más débiles. Un guión original para reversionar un tipo de cine que hoy por hoy se multiplica en las pantallas.