El conspirador

Crítica de Daniel Castelo - Infonews

Lo nuevo de Robert Redford

En una noche de confusión, luego de la guerra de secesión que partió en dos a los Estados Unidos, y con la victoria ya consolidada del Norte abolicionista sobre el Sur esclavista, el presidente Abraham Lincoln es asesinado a balazos en un teatro. Un grupo de acusados por el hecho es encabezado por una mujer, Mary Surratt (Evan Rachel Wood), quien parece cargar con un crimen que no cometió, y por el que también es sospechoso su hijo prófugo. Pero el Estado necesita condenar a muerte a todos los culpables posibles, como sea.

Acusada y abogado, en una batalla perdida.
Acusada y abogado, en una batalla perdida.

Michel Foucault ha sabido dedicar largas parrafadas de su obra a la cuestión del castigo por parte del Estado, a la búsqueda por parte del Poder de condenas "ejemplificadoras" sin importar demasiado los medios para llegar a ellas. Así, la descripción de un desmembramiento a la que apela en el inicio de su libro “Vigilar y castigar”, es una buena forma de entender hasta qué punto la visceralidad y la venganza operan en contra de la idea de justicia.

En ese camino es que El conspirador actúa desde el cine como señalador de una forma de pensar a la justicia. Situada a fines del siglo XIX, la película cuenta a grandes rasgos la perversión judicial a la que echó mano el poder político para lograr la culpabilidad de una mujer que nada tuvo que ver con el asesinato del presidente Lincoln.

Robert Redford vuelve a la dirección con un film que quizá no esté a la altura de lo que cuenta, por falta de profundización en los derroteros de los personajes, pero que sin embargo cumple con el retrato de una forma salvaje de administrar e interpretar la ley.

En ese sentido, es central el personaje jugado por James McAvoy, como un joven e inexperto abogado que debe hacerse cargo de la defensa de la acusada principal, a capa y espada contra un sistema que la condenó de antemano. El resto del elenco, encabezado por la muy buena labor de Evan Rachel Wood y por el siempre justo Tom Wilkinson, acompaña con lo necesario a una película que no por casualidad llega a nosotros en tiempos de Guantánamo.