El conjuro 2

Crítica de Fernando Casals - Revista Meta

EL MISMO SUSTO DE SIEMPRE
El regreso de los investigadores paranormales Ed (Patrick Wilson) y Lorena (Vera Farmiga) Warren en la secuela del film de 2013, que luego de Annabelle (2014) ya resulta una franquicia con sus ideas agotadas.

“A veces tienes que dar un salto de fe, creer cuando nadie más lo hará” le dice un personaje a los Warren. Este intercambio que parece querer informar a la audiencia, es en realidad un pedido literal a ignorar el (fácilmente Googable) hecho que los Warren eran una pareja de estafadores que nunca presentaron ninguna prueba real de un fenómeno paranormal. “Basado en una real mentira” debería leerse en el poster.

El Conjuro 2 no tiene absolutamente nada nuevo para mostrar, la lista tiene asistencia perfecta: niños creepy, violentas posesiones, juguetes vintage, portazos, sótanos inundados, muebles que se mueven (oh!), ancianos asquerosos, Marilyn Manson vestido de monja, una pobre imitación de Babadook y demás tropos del género.

James Wan cancherea comenzando el film con un cameo de otra franquicia y luego busca imitar el ambiente y estilo -aprovechando la ambientación setentosa- de películas como “El Exorcista” (William Friedkin,1973), la comparación, claro, termina ahí, aquel fue un film que revolucionó el género, que asusta aún hoy y que tuvo algo que no tiene, ni esta, ni otras películas de terror actuales: valentía.

Al menos la película de 2013 sabía cómo manejar las dos historias paralelas -los Warren y la familia Livingston – y dosificar los sustos hasta el final. En esta ocasión, la historia oscila torpemente entre la amenaza terrorífica y el melodrama mientras Wan repite el ritmo del film original minuto a minuto, en este caso lamentablemente también son mucho más transparente sus intenciones. Y ahí es donde la secuela tropieza y el horror comienza a sentirse demasiado calculado. Esto queda bien expuesto en una escena donde en una habitación se colocaron al menos cien cruces -todas de diferente diseño- con el obvio objetivo de darlas vuelta y crear una secuencia “icónica”. ¿Cómo logró recolectar la familia todas esas cruces? mejor no preguntar. El resultado es tan rídiculo que rompe con la suspensión de la incredulidad que todos optamos por adoptar. El Conjuro 2 es ver lo mismo de nuevo pero con una historia menos interesante y peor narrada.