El conjuro 2

Crítica de Carolina Taffoni - La Capital

Los cazafantasmas

Después del éxito de “El conjuro” (2013), el director malayo James Wan volvió sobre los pasos de Lorraine y Ed Warren, la famosa pareja que se encargaba de casos paranormales en la década del setenta. Esta vez la dupla debe investigar extraños sucesos en una destartalada casa del norte de Londres, donde sobreviven como pueden una madre y sus cuatro hijos. El drama se desencadena cuando la hija menor empieza a ver y a comunicarse con el temible fantasma de un anciano que habita la casa. “El conjuro 2” tiene el gancho de estar basada en “hechos reales”, y el director es muy hábil en ese sentido: apela a una realismo con un look setentoso, intentando recuperar la atmósfera de clásicos como “El exorcista”, y nunca cae en lo truculento o en la violencia sádica. El problema es que los recursos que elige se han visto mil veces en el cine de terror, entonces ya no asustan. La silla que se mueve sola, el crucifijo que se da vuelta, la niña que habla con voz de monstruo, el juguete de apariencia diabólica... son trucos que atrasan demasiado, y ni hablar si se repiten a lo largo de 133 minutos. Hacia el final la película ensaya una vuelta de tuerca que aumenta la tensión, pero todo se desmorona a los pocos minutos con un final previsible y almibarado.