El conjuro 2

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

James Wan = gran capo del cine de terror. Si, sí, están Wes Craven, John Carpenter, M. Night Shyamalan en sus buenas épocas, algún hito fugaz como El Proyecto Blair Witch o la saga de Actividad Paranormal... pero Wan los sobrepasa a todos en cuanto a eficiencia narrativa. El tipo te hace pegar unos saltos de aquellos y sabe cómo asustar. Por eso despreció la ponchada de millones de dólares que le ofrecieron para dirigir la próxima de Rapido y Furioso; porque sabe que el horror es lo suyo. Es una lástima que se haya divorciado de su socio creativo Leigh Whannell, ya que ambos sabían construir escenarios espeluznantes. Ahora cuenta con otro equipo de guionistas que le elaboran un esqueleto de historia y dejan que Wan llene los blancos: "y los protagonistas llegan a una habitación oscura y... - improvisa Wan -". El Conjuro 2 está repleta de interminables situaciones tensas, y puedo asegurar que me la pasé al borde de la butaca la mayor parte del filme. Y si bien hay sustos por doquier, le encontré algo menos shockeante que El Conjuro o Insidious, las que considero las obras máximas de Wan (junto con Saw, pero ésa entra en otra categoría). Será que, cuando el clima de suspenso es permanente, uno termina esperando cualquier cosa impresionante y por eso la sorpresa es menor. Por ejemplo, no encontré ninguna secuencia de shock parecida a aquella del original en donde Lili Taylor se sentaba a descansar en la escalera del sótano con una vela y un par de manos invisibles le apagaba la candela de un aplauso. Para el impacto se precisan respiros y momentos de tranquilidad, y El Conjuro 2 no da ninguno en su última hora de desarrollo; prefiere el clima ominoso permanente y agotador antes que el shock aislado.
En la ocasión anterior debatí sobre la cuestión de la veracidad de las investigaciones de los Warren - aquí, aún mas puesta en duda ya que se encuentran involucrados en un punto en el caso Amityville, el cual años mas tarde los mismos responsables reconocieron que se trataba de un engaño armado para llenarse los bolsillos -. Ahora, francamente, me importa un comino. Elaborar una ficción histórica y poner a los Warren como una especie de Mulder y Scully de los años 70, no me parece un sacrilegio. Si los casos fueron farsas o no - el caso de Endfield, Inglaterra está plagado de sospechas, con los niños haciendo ventriloquía y/o conspirando para mover los muebles en las horas mas inusitadas de la noche -, no me interesa. Estoy acá por el show que me ha preparado Wan y, guau, es tal como lo esperaba. Intenso, siniestro, sorprendente.

ofertas software para estudios contables
No sé si importa hablar de los detalles, ya que se trata de un filme para ir virgen y experimentarlo. Quizás haya detalles cuestionables - uno precisa ponerse una vacuna antitetánica antes de entrar a la casa de los Hodgson (¿cómo pueden vivir en semejante mugre?, ¿acaso no conocen el jabón Bao?); el sótano inundado, las paredes que rezuman humedad y empapelado podrido, pisos de madera apolillados y, lo peor, utilizan el agrietado y mugriento mobilario del dueño anterior, ya fallecido y convertido en el fantasma que aterroriza a todos -, pero el show despega de gran forma cuando los Warren llegan a Inglaterra. El siempre desabrido Patrick Wilson despierta valentía y honestidad y posee una quimica formidable con Vera Farmiga. La inglesita Madison Wolfe destila tortura y crueldad, en el rol de victima poseída por una entidad feroz y brutal. Las secuencias - especialmente con el "Hombre Torcido", personaje de una canción infantil bastante torturante - te hacen clavar las uñas en el asiento del sillón. Es Wan en su salsa: creando ambientes plagados de penumbras en donde moran seres horripilantes, jugando con la banda de sonido y poniendo ruidos inquietantes, utilizando planos borrosos para ver cómo algo horrendo se mueve en segundo plano detrás de la protagonista... Oh, sí, El Conjuro 2 vale cada peso del valor de la entrada.

Quizás el final sea algo exagerado, los colaboradores ingleses algo escépitcos de más, y quizás de la idea del demonio persiguiendo a la espiritista de un continente a otro sea traída de los pelos pero, rayos, es un filme de terror de James Wan y los tremendos sobresaltos compensan cualquier pifia de lógica.