El código enigma

Crítica de Lilian Lapelle - Cine & Medios

Descifrar al genio

Este filme cuenta la historia de un personaje extraordinario, de esos que hay pocos, uno cada tanto en este mundo, esos que logran cosas casi imposibles, cuyas historias sirven para hacer películas que ganan Oscars.
Alan Turing (Benedict Cumberbatch) fue un brillante matemático y criptógrafo inglés a quien el gobierno contrató durante la segunda guerra para que formara parte de un equipo que debía descifrar los mensajes enviados por Enigma, la máquina que utilizaban los alemanes, cuyo código parecía imposible de resolver.
Alan Turing, era definitivamente un genio, ya que luego de años de arduo trabajo creó una máquina que no solo descifró los mensajes alemanes - lo que salvo miles de vidas y le ayudó a los aliados a ganar la guerra- sino que además podría ser considerada por el modo en que operaba, como la primera computadora.
Pero la de Turing no es la típica historia de un héroe de guerra, jamás recibió el reconocimiento que merecía. En el año 1952, unos años después de haber colaborado con el servicio secreto inglés, y mientras trabajaba como profesor, fue acusado de indecencia, ya que ser homosexual -él lo era- en esos tiempos era ilegal. Para evadir la prisión prefirió someterse a una terapia hormonal, conocida como castración química, y dos años después se suicidó.
Más allá del interesante y turbulento momento histórico en el que se desenvuelve la historia, el eje de la película es Turing, su compleja y brillante personalidad, su modo único de ver el mundo y su extraño modo de relacionarse con los demás, y la interpretación de Cumberbatch es excelente, no solo por el modo detallado en que ha construido el personaje, sino por el gran carisma que tiene, con el que logra sostener toda la historia.
La película muestra a Turing como un hombre frío, con la capacidad de entender lo inentendible, pero casi incapaz de relacionarse con los demás, de formar parte de un equipo de trabajo. Una y otra vez y sin filtro alguno, no teme decir que alguien es inútil o que algo es definitivamente una porquería, o que no se siente orgulloso de trabajar para el gobierno. Era simplemente un hombre capaz de decifrar cualquier criptograma pero incapaz de entender los códigos de convivencia con los que se maneja el mundo; algo que tal vez no los consideraba útiles.
A través de flashbacks conocemos más de su historia, especialmente de su vida en un estricto internado inglés donde se aburría en las clases de matemáticas, no encajaba con sus compañeros y tenía un único amigo, que luego se transforma en su primer amor. En ese momento Turing aprende a vivir escondiendo algo.
Más allá del protagonista, la película tiene muchos otros puntos atractivos y "oscarizables", uno de ellos es el personaje de Joan Clarke (Keira Knightley) la única mujer del equipo, que es elegida por Turing luego de pasar un difícil examen resolviendo crucigramas. El personaje de Clarke no solo conquistara a la platea feminista, sino que es la única persona que comprende a Turing, la única relación profunda que construye en esos tiempos, algo que comienza como una relación donde hay una admiración intelectual entre ambos, pero que con el tiempo, y gracias al afecto y la comprensión de Clarke se convierte en una profunda amistad.
La fotografía y la reconstrucción de época son excelentes, y hay allí otro punto interesante, no es la típica película sobre la segunda guerra, acá lo que importa no son las batallas ni los bombardeos, lo que esta historia muestra es que una importante parte de la guerra se ganó dentro de las oficinas, con la actividad de los espías, con estrategias, con una absoluta frialdad hacia quienes estaban poniendo el cuerpo en las batallas. Ahí reside la dinámica de la película, en una acción invisible, donde cada segundo cuenta, y la pasión de los personajes llevando a cabo su trabajo contrarreloj, nos mantiene atentos durante todo el film.
La música es otro factor oscarizable de la historia, que conmueve casi sin que nos demos cuenta.
Cuando llegan los días finales de Turing la historia no recurre a golpes bajos sobre el héroe incomprendido, o lo injusta que era la vida para los homosexuales en épocas tan poco gay friendly, sino que sigue haciendo hincapié en lo necesarios que son los hombres extraordinarios para hacer avanzar un poco este mundo, aunque nos demos cuenta muchos años después.