Dallas Buyers Club: El club de los desahuciados

Crítica de Lilian Lapelle - Cine & Medios

Nuevas enfermedades, nuevos negocios

Ron Woodroof (Matthew McConaughey) es un buscavidas texano, que además de su empleo como electricista también se dedica a otras tareas menos legales; es un hombre bruto, homofóbico, y al que le gusta emborracharse. En el año 1985, luego de un accidente de trabajo que lo hace pasar por el hospital, Ron es diagnosticado con sida, cuando aún se la conocía como "peste rosa". Como es de esperarse, la vida de Ron cambia en un segundo. Pasa primero por la negación, y luego reconoce las señales que le da su cuerpo, va aceptando esa enfermedad que creía que no podía tener, porque eso era cosa de homosexuales. Ron no solo debe aceptar su nueva condición, sino también enfrentarse a la reacción negativa y el rechazo de su entorno.
Para un sujeto como Ron, ser rechazado socialmente no es una novedad ni es algo que va a detenerlo. Cuando descubre que en el hospital no van a hacer más que ponerlo cómodo para esperar la muerte, o probar en él drogas que probablemente lo maten más rápido que la misma enfermedad, recurre a todas sus habilidades para conseguir tratamientos y drogas alternativas, que en su mayoría debe traficar desde México.
Su negocio es tan próspero que pronto tiene cientos de clientes, lo que le permite viajar y explorar nuevos mercados donde conseguir drogas, que por razones burocráticas o económicas, EE.UU. no permite comercializar.
Junto a un transexual llamado Rayon, (brillantemente interpretada por Jared Leto) tan desahuciado como él, fundan el Dallas Buyers Club, un negocio que les permite a los portadores de HIV conseguir drogas fuera del circuito legal de hospitales y laboratorios.
Perseguido por varias asociaciones del estado, principalmente la FDA, Ron acude a todos sus artilugios y rebusques para llevar adelante su emprendimiento, y al mismo tiempo que este prospera, ve como la esperanza de vida de pocos días que le dieron en el hospital, se va convirtiendo en años.
Es probable, que Matthew McConaughey consiga el Oscar por esta interpretación, tan minuciosa y detallista, de un personaje tan rico como complejo, un sureño bruto, que nunca en su vida se había preocupado por nadie, y que aún con su enfermedad a cuestas logra exponer las falencias y fraudes del sistema de salud norteamericano.
Es una gran historia, muy bien filmada, tan realista como cruda, que al contrario de la mayoría de las películas que tratan esta temática, no cae en sentimentalismos ni lugares comunes, y como si eso fuera poco, no es políticamente correcta.