El clan

Crítica de Álvaro Fuentes - La cueva de Chauvet

Casualmente vi hace muy poco la rara película que aparece de modo fugaz en una escena de El Clan de Pablo Trapero: En retirada de Martín Desanzo, película del año 1984, es decir ni bien se recuperaba la democracia luego de la última dictadura militar. Di con ella siguiendo la pista de películas guionadas por José Pablo Feinmann. En realidad, me enteré que era una escena de En retirada la que aparecía en el televisor de los Puccio (la familia protagónica de El Clan) al leer una nota de la revista “Hacerse la crítica” sobre la última de Trapero, de José Miccio, en que el crítico se detiene bastante a analizar este homenaje explícito de Trapero a una película más antigua. El propio Miccio repasa muchos de los elementos coincidentes entre una y otra obra.

Ambas historias transcurren ni bien termina la dictadura de 1976 y hablan de verdugos del régimen autoritario que siguen utilizando sus viejas prácticas encontrándose cada vez más cercados en el nuevo contexto político y social. El Puccio recreado por Franchella, Arquímedes, es “El oso” de Rodolfo Ranni en En retirada. También lo señala Miccio: la naturalización de la violencia alrededor de estos oscuros personajes se refleja en los serenos hábitos de herborista de Ranni, que cuida sus plantas como si no pasara nada raro a su alrededor, o en las conversaciones que mantiene Francella con sus hijos varones, preguntándoles si está todo bien mientras les pide que sean cómplices en las prácticas de secuestro, extorsión y asesinato que orquesta meticulosamente. También cuando reza con su familia en la mesa o cuando ayuda a su hija a hacer las tareas de la escuela.

La gran diferencia es que una de las películas es de 1984, es decir contemporánea al fenómeno que relata, y la otra es una mirada del pasado que además agrega el hecho de contar un caso real. La mirada de Trapero es más sociológica, más distanciada, más prolija en la reconstrucción de elementos que configuraban ese universo social de los Puccio, a mediados de los años ochenta. Un tipo de enfoque sociológico o antropológico que puede rastrearse en el cine de Trapero aún cuando el director aborda historias situadas en el presente. El distanciamiento con lo que cuenta también se expresa en el uso que hace El clan de recursos de la comedia, como cuando trata de alivianar con música ochentosa y pasatista la violencia que se describe.

La película de Desanzo es más visceral, más comprometida con mostrar una criatura despreciable nacida de la cultura autoritaria, es más maniquea si se quiere. En retirada, ya lo dije, tenía como uno de sus guionistas a Feinmann y por lo tanto la mirada era la del exmilitante político que había sido perseguido por los mismos verdugos que iba a retratar en la ficción. Hay algo de testimonial y también de pasiones de la época a flor de piel. Según wikipedia es la primer película que habla expresamente del tema de los desaparecidos luego de la dictadura.

En lo personal, En retirada me parece una obra intensa por lo que cuenta, por cómo lo cuenta y en el año que lo cuenta. Me fascinó esa crudeza para hablar de una de las peores violencias que habíamos vivido como sociedad, aún cuando se trataba de una violencia tan reciente. La mirada llena de odio de Ranni cuando pasa al lado de jóvenes cantando la marcha peronista, en tiempos de Alfonsín, configuran escenas de antología para nuestro cine.

A esto hay que sumar que actúa mi abuela (cosa que descubrí después de verme fuertemente sacudido por la propuesta de la película, debo aclarar), como la mujer que le alquila la pieza a Ranni cuando tiene que esconderse porque el padre de un guerrillero secuestrado por él lo reconoce en la calle. Una oscura fascinación producen también las escenas en que este padre reconoce al “Oso” en el andén de enfrente mientras espera el subte, sube a la calle corriendo, cruza la avenida y baja al otro andén, subiendo en el mismo tren que el verdugo y comenzando una obsesiva vigilancia de días en la puerta de su casa.

Miccio remarca el hecho de que con El clan Trapero pasa de un cine más independiente a otro más adaptado a los requerimientos del gran público, más comercial digamos. Cita a otro autor para argumentar que el principal problema no es que Trapero se haya pasado a un cine adaptado a las lógicas mercantilistas, sino que la película es poco audaz y tiene taras del viejo cine.

En primer lugar, es cierto que es una película adaptada a los cánones de la industria cinematográfica, no acuerdo sin embargo con el juicio de valor negativo hacia esa posición del cineasta. No creo que eso sea malo. Incluso me parece sano que un director busque masificar sus propuestas estéticas. Es un acto de compromiso con el cine argentino, dado que se busca que llegue a más personas, que sea valorado y que tenga calidad. Que las películas aspiren a ser distribuidas afuera también es un acto de compromiso con lo nacional, en la medida en que se busca posicionar a nuestras obras en los circuitos internacionales, para que se invierta desde afuera, para que las obras tengan más dinero para producción, los directores más prestigio, que la actividad se siga profesionalizando, que los espectadores apuesten también concurriendo a las salas, etc.

Hay otra tesis de Miccio, según la cual la elección de En retirada como película para homenajear es fallida, dado que se trata de una película (la de 1984) con demasiadas taras y defectos del viejo cine argentino. El crítico sugiere que hay cierta intencionalidad en El clan de proclamar que el actual cine argentino ha progresado en lo técnico, pero que sigue reconociendo audacias del pasado. Lleva más lejos la tesis, afirmando que El clan también incurre en taras del viejo cine argentino y (no lo dice expresamente pero se desprende) por lo tanto caería en pedantería.

En mi opinión, el rescate de Trapero de En retirada es interesante. Puede que ambas películas tengan deficiencias técnicas, desprolijidades más o menos marcadas, un montaje que puede gustar más o menos. Creo sin embargo que ambas búsquedas son legítimas, similares temáticamente pero muy distintas en cuanto a las condiciones en que fueron hechas. En retirada es una película de barricada, de denuncia de un pasado reciente, mientras El clan es de entretenimiento y divulgación de un tema histórico al mismo tiempo. Una posee una estética mucho más cruda, mientras la otra es producto del meticuloso trabajo técnico de un cine que ya tiene años de perfeccionamiento y profesionalización.

Vale decir también que El clan recurre a un hecho histórico para hablarnos de una época y una realidad que no había sido prácticamente abordada por el nuevo cine argentino. Me refiero a que, de los noventa para acá, se hicieron muchas películas sobre la dictadura, que transcurren en pleno proceso autoritario, desde muchos enfoques y contando varias cuestiones. Incluso se hizo El secreto de sus ojos que habla del comportamiento autoritario de la sociedad argentina antes del golpe. Pero el nuevo cine argentino no había hablado todavía (al menos que yo tenga registro) de la post-dictadura, de la estela que deja ese autoritarismo. Aún cuando formalmente se asume un modelo democrático, las pautas de comportamiento social siguen presentes y es el gran problema con el que debe lidiar la democracia naciente.

En fin, El clan me atrapó y también me dejó pensando. Disfruté viendo cómo uno de nuestros directores más consagrados mantiene una actitud exploratoria de nuevas estéticas para nuestro cine. Creo que son méritos de la película más que suficientes y razones de sobra para festejar el éxito de taquilla que está teniendo.