El cielo del centauro

Crítica de Paula Caffaro - CineramaPlus+

EXTRAÑA BUENOS AIRES

El legendario Hugo Santiago presenta junto a Mariano Llinás, El cielo del centauro, un filme que viene a recordar ese aspecto de extrañamiento que provocan las películas de su autoría en las que el montaje tiene el rol principal. Rebelde y marcado por el pulso propio de la experimentación, el relato se construye bajo las leyes audiovisuales de este maestro del cine.

En una Buenos Aires atemporal y signada por un estilo neo arrabal, un joven francés desembarca en el puerto porteño con un sobre para Victor Zagrós. Pero, ¿quién es Victor Zagrós? De identidad misteriosa como el ambiente que se genera en torno a su búsqueda, el mítico personaje sólo existe en el relato, es decir, sólo a nivel de las palabras. Al menos buena parte del metraje.

Con rasgos característicos del cuento fantástico, el filme logra evocar en imágenes y sonidos simbólicos una relevante presencia del absurdo. Aspecto que se hace notar, sobre todo, en la caracterización de los personajes, la sucesión de situaciones dramáticas y el vocabulario que emplean, mezcla de ironía, comicidad y un antiguo léxico localista.

Otra de las patas que sostiene la estructura del relato es la propia existencia de la ciudad y su diagramación representada en un mapa. Con coordenadas precisas que remiten a intersecciones porteñas, la deambulación de “el francés” con el objetivo de llegar a Zagrós, hacen del relato una especie de trama invisible, o mejor dicho, describen trayectorias punto a punto, que dibujan en la imaginación, figuras fantasmales que recién en el desenlace cobrarán sentido global.

Por Paula Caffaro
@paula_caffaro