El caso de Richard Jewell

Crítica de Sofía Ferrero - La Voz del Interior

En 1996 la ciudad de Atlanta fue sede de los juegos olímpicos. Richard Jewell era parte del staff encargado de cuidar los equipos de sonido. Jewell, expolicía, había perdido su trabajo debido a una concepción muy personal y poco ortodoxa de lo que significa la ley y el orden. Lo que nunca perdió Jewell es la idealización de las fuerzas de seguridad y su deseo de volver a formar parte de la institución.

La noche del 27 de julio, en medio de un concierto celebratorio de las olimpiadas, Jewell encuentra una mochila abandonada y es el único que sigue el protocolo y se impone ante la policía para convocar a las fuerzas antiterroristas, lo que, en definitiva, salva la vida de muchos de los asistentes.

Sin embargo, la prensa (personificada en una periodista) y el FBI (individualizado en tres agentes) instalan la idea de que Jewell, más que el héroe, puede ser él mismo el terrorista, un fracasado policía que intenta volver a formar parte de las fuerzas y que hará todo lo que sea necesario. Jewell es falsamente acusado y pasa de héroe nacional a probable terrorista en horas.

Eastwood parece expresar a través de la simplicidad del protagonista que nada es tan complicado. Que hacer las cosas bien es una frase que se entiende en un solo sentido y que si prima la moral por sobre los intereses personales nada tendría que ser tan complicado. Que no hay nada malo con la naturaleza de las instituciones, sino que el problema son los idiotas que las representan, en palabras del abogado interpretado por un impecable Sam Rockwell.

Eastwood forma parte de la historia del cine y es uno de los pocos clásicos que sigue activo. Pero se echa en falta que este recorrido de más de 70 años de carrera (y ésta, la película número 38 que dirige) casi no se cristalice en la elección de las herramientas cinematográficas con las que elige contar esta historia. Los claroscuros por los que recordamos a Millon dollar baby o los travelling desde el auto de El Gran Torino no están aquí. Al final de cuentas, resulta más interesante cinematográficamente el tráiler que el filme.