El Cascanueces y los cuatro reinos

Crítica de Rodrigo Seijas - Fancinema

TODO MECÁNICO

No es casualidad que el mejor momento de El cascanueces y los cuatro reinos sucede cuando reproduce en pantalla parte del ballet en el cual se basa parcial y ligeramente. Es quizás el único momento donde se permite narrar mayormente a través de las imágenes y el movimiento, donde parece tomar un par de riesgos extras y confiar un poco más en el espectador, por más que haya un personaje que ejerce de narrador de lo que se está mostrando. Es también el único pasaje donde descansa en la magia del mundo que se propone construir y sus potencialidades imaginativas.

El resto del film de Lasse Hallström y Joe Johnston es pura mecanicidad, una acumulación de diseños muy vistosos al servicio de una narración sin vida. La historia de Clara (Mackenzie Foy), una joven que accede a un mundo paralelo donde tres reinos están en guerra con un cuarto, nunca se anima con convicción a zambullirse en la aventura. Y eso pasa básicamente porque no hay descubrimiento, fascinación, diversión o incluso miedo –excepto en una escena con unos payasos bastante siniestros que coquetea con el terror- sino explicación, descripción y hasta sobre-explicación. No hay fluidez en la sucesión de acontecimientos, los personajes son puros estereotipos, las cosas pasan porque pasan y eso lleva a una previsibilidad apabullante, que decanta irremediablemente en el aburrimiento.

Hay en El cascanueces y los cuatro reinos un trabajo impecable en la dirección de arte y el vestuario, con una utilización por momentos fascinante del color. Del mismo modo, puede intuirse en la banda sonora, con sus ritmos y tonalidades, una historia que podía ser rica y compleja. Pero las virtudes técnicas nunca se trasladan a lo formal, porque ni Hallström ni Johnston –en las diferentes etapas donde dirigieron- construyen un relato consistente, que sepa combinar la fantasía, el proceso de crecimiento de la protagonista o el drama íntimo y familiar. Todo se enuncia y se explicita, lo cual emparenta a la película con Un viaje en el tiempo, otro fallido proyecto de Disney estrenado este año. No deja de ser llamativo que ambos films sean adaptaciones de materiales extra-cinematográficos que abordan cuestiones vinculadas a lo espacial y temporal, pero también a lo afectivo, y que sin embargo no consigan generar un mínimo de empatía con los conflictos que plantean.

Quizás esto último tenga que ver con la falta de riesgos, con la necesidad imperativa de no salirse del libreto, privilegiando el trabajo estético y el despliegue de figuras de renombre –en este caso, Helen Mirren, Keira Knightley, Morgan Freeman, Eugenio Derbez, Richard E. Grant, Prince y varios más- en detrimento de lo verdaderamente importante: la construcción de personajes atractivos, de un sentido de la aventura potente y una narración capaz de apasionar al espectador. El cascanueces y los cuatro reinos es un film tan políticamente correcto y ajustado, que a pesar de hacer hincapié en los peligros de lo mecánico y la ausencia de sentimientos, es terriblemente artificial y automático, convirtiéndose en una experiencia fácilmente olvidable.