El capital humano

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Un burgués pequeño pequeño

El director Italiano Paolo Virzi tuvo un promisorio acercamiento a las pantallas argentinas con sus filmes “Caterina en Roma” (2003) y “La prima cosa bella” (2010), había tenido un traspié con “Todo el santo día” (2008), pero estrenada después del éxito de “La prima cosa bella”.

Ahora parece que vuelve a encaminarse sobre lo seguro, pero con resultados desparejos, y el termino en plural se debe a que la nueva producción está estructurada en capítulos, todos nominales, por los personajes con prologo y epilogo incluidos.

El disparador de todo es la muerte accidental de un ciclista, pero en este caso el hecho en cuestión vuelve a ser un funcional, tanto como resorte narrativo, para examinar un acordado estado de la cuestión social, sin posibilidad de resistencia, y el discursivo pertenecer tiene sus privilegios que parece rezar continuamente el texto.

Esta estructura es una libertad expresiva que se ha tomado el director en su adaptación de la obra, también la traspolación del espacio, pero sólo en razón de poder moldear los personajes y transformarlos en arquetipos italianos primero, latinos después, y finalmente universales por identificación.

De principio, el cineasta parece que va a servirse de ese diseño para brindar una alocución política, apoyándose en la terrible crisis económica mundial, situación que despliega el actual mayor capital de lo humano, el desprecio por la vida del otro.

Para ello se sumerge en la tarea de radiografiar el discreto encanto de la burguesía, pero termina por instalar un mensaje bastante desolador, la que el oprimido va a actuar de manera especular en relación abyecta con los capitalistas opresores, con tal de pertenecer, y configurando un espejismo de lo que debería ser a justicia.

El realización funciona mucho mejor cuando se detiene a diseccionar sus personajes a partir de sus debilidades, que cuando ambiciona producir efecto lacrimógeno en los espectadores. Es cínica en su crítica, pero banal en lo romántico.

Es por ello que se muestran como más efectivos, interesantes y logrados los capítulos dedicados a la esposa del financiero, otra excelente actuación de Valeria Bruni Tedeschi (Carla Bernaschi), o de la de Fabrizio Ventivoglio (Dino Ossola) encarnando, nunca mejor expresado, a un ambicioso e insoportable agente inmobiliario cuya empresa está al borde de la quiebra, padre de la novia, en triangulo amoroso, pero con conflictos maritales propios incluidos, donde descolla Valeria Golino como Roberta, su actual pareja

Todo comienza la madrugada del día de Navidad: un ciclista es atropellado de noche por una imponente camioneta 4x4.

El infeliz accidente mutara el destino de varias familias, la del millonario Giovanni Bernaschi, un especulador financiero que ha creado un fondo que ofrece un 40 por ciento de interés anual, atrayendo y esquilmando a los crédulos inversores, incluido su futuro posible consuegro, Dino Ossola, quien termina siendo el personaje principal, pues él es quien despliega la trama principal y artífice del cierre del conflicto, a la postre el mejor construido.

Lo único cuestionable de esta construcción es que en el derrotero del relato, y a partir de la estructura elegida, deja de lado por mucho tiempo el conflicto que impulsa la narración.