El canal del demonio

Crítica de Gaspar Zimerman - Clarín

Otra de fantasmas en la casa

Aunque parte de un lugar común en el género, tiene un aura de ambigüedad y misterio.

El canal del demonio parte de uno de los lugares más comunes del terror: la familia que se muda a una casa embrujada. En ese lugar se cometieron horribles crímenes, y ahora está habitado por los atormentados espíritus de las víctimas y el victimario.

Hay más elementos típicos, como filmaciones caseras que documentan la aparición de esos fantasmas. Pero el director Ivan Kavanagh pone esos clichés al servicio de la historia de un drama familiar y logra usarlos para crear una atmósfera atrapante. Todo transcurre en un clima onírico, donde nunca termina de quedar del todo claro qué es lo que sucedió en realidad y qué forma parte de la imaginación del protagonista.

Un recurso que muchas veces es tramposo y resulta irritante, pero que en este caso funciona bien, dándole a la película un bienvenido aura de ambigüedad y misterio.