El campo

Crítica de Carlos Folias - Puesta en escena

Una melodía de imágenes en donde las creativas decisiones de arte, fotografía, sonido y montaje, producen una homogénea y armónica composición de gran calidad.

El próximo 3 de mayo tendrá su debut comercial el primer largometraje de ficción de Hernán Belón* que viene de ser exhibido y premiado en numerosos festivales**.

Dolores Fonzi y Leonardo Sbaraglia, que por primera vez trabajan juntos en cine y a quienes podremos ver también como matrimonio en la serie En Terapia, próxima estrenarse en Canal 7, conforman una pareja sólida en lo actoral y totalmente consustanciada en la ficción, acompañados por Matilda Manzano como la hija, una hermosa niña de tan solo 18 meses al momento del rodaje. Actúan además, Pochi Ducasse (Nueve reinas, Un cuento chino, Mi primera Boda) y Juan Villegas (El perro, El camino de San Diego).

La historia remite a la pareja de Santiago y Elisa quienes deciden alejarse de la ciudad e ir a vivir juntos con su pequeña hija Mati a una propiedad en el campo que acaban de adquirir.

Los cambios no siempre traen las consecuencias esperadas y deberán adaptarse a situaciones en donde la naturaleza los enfrentará con sus propios conflictos, miedos e inseguridades. Una casa que habrá que acondicionar y el nuevo entorno que lejos de las comodidades y distracciones de la ciudad los colocará uno frente a otro, con sus necesidades y sus temas a resolver. Una hija que demanda y un amor que tal vez no sea suficiente para enfrentar una nueva vida aparentemente más tranquila pero que puede presentarse amable u hostil, acogedora o amenazante, de acuerdo a como se la mire y a como se desarrollen los acontecimientos.

Al mejor estilo chejoviano, la narración y las características de los personajes se va construyendo de a poco. El director, quien además es responsable junto a Valeria Radivo de un sólido guión, logra como si fuera una pieza musical, una melodía de imágenes en donde las creativas decisiones de arte, fotografía, sonido y montaje, producen una homogénea y armónica composición de gran calidad.

La textura narrativa crece momento a momento con logrados e intensos climas, imágenes de gran expresividad y clásicos y reconocibles toques de suspenso. El campo fílmico se extiende más allá de lo que muestran las imágenes proyectándose hacia un afuera que el espectador imagina, en donde la naturaleza parece imponer su propio ritmo y en el que las sombras, los ruidos de la casa, el viento y las presencias reales o imaginadas que lo desconocido produce en cada uno agregarán su cuota de inquietante tensión.

“A veces hay que salir para volver a encontrarse” aunque no sepamos muy bien con que nos enfrentamos ni donde está el verdadero enemigo.