El camino

Crítica de Sabina Di Marco - Cine & Medios

La travesía interior

A veces, las lecciones de vida pueden recibirse de quien menos uno espera. Algo así le sucede a Tom Avery (Martin Sheen), un exitoso oftalmólogo que siempre creyó saber cómo hay que vivir, y qué es lo que corresponde hacer para triunfar. Justamente eran estas ideas las que lo hacían discutir habitualmente con su hijo Daniel (Emilio Estevez), que tenía una visión muy diferente de las cosas.
Al ir a retirar los restos de Daniel a Francia, quien falleció apenas había comenzado a realizar la peregrinación conocida como el Camino de Santiago, Tom cede a un extraño impulso: continuar esa travesía que quedó trunca, llevando consigo las cenizas de su hijo.
Así se embarca en esta maravillosa aventura personal, que, como dicen los expertos, es tan individual como el peregrino mismo. En el trayecto de 800 kilómetros, conocerá a mucha gente, en particular otros tres peregrinos: un escritor irlandés en crisis de inspiración, un holandés gourmand que busca bajar de peso, y una canadiense apática, personajes que, a pesar de la parquedad característica de Tom, se ven atraídos por su compañía.
En el recorrido, que atraviesa los Pirineos y luego España, se irán descubriendo las riquezas y miserias de cada uno, generando un lazo impredecible y transformador en lo profundo.
Basada en el libro de Jack Hitt, y dirigida por el propio Estevez sin grandes ostentaciones, y aprovechando por sobre todo la belleza natural de las locaciones, "El Camino" es un filme conmovedor, con una cualidad difícil de identificar que trasciende la pantalla. Trata, sin caer en obviedades ni golpes bajos, por sobre todo el vínculo de un padre y su hijo, con la peculiaridad de hacerlo desde la ausencia física de uno de ellos, que sin embargo está presente en cada paso del camino.