El camino

Crítica de Isabel Croce - La Prensa

Un filme sencillo y emocionante

Nunca pensó Tom Avery que eso podía pasarle a él. Hasta hace pocos días atendiendo en su consultorio a los pacientes que confiaban en su experiencia y prestigio como oftalmólogo. Su rutina inconmovible, sus horarios perfectos y todo el tiempo que le daba esa California en la que pudo lograr lo que siempre quiso, una carrera, dinero, fama en su profesión.

Pero de repente, lo inesperado, su único hijo Daniel muere en un accidente en Francia. Ese hijo tan distinto a él, volcado a lo espiritual, alejado de la vida material y hasta con todo preparado para iniciar ese Camino de Santiago, la ruta peregrina que la fe transita para venerar las reliquias del apóstol Santiago el Mayor. Y Tom, quién sabe por qué, decide hacer lo que su hijo proyectó y no pudo lograr. Tom, por primera vez, asume un riesgo, inicia una aventura.

CAMINO A SANTIAGO

Como en "La Vía Láctea", de Buñuel, los que transitan el recorrido milenario, no llegarán iguales, algo los cambiará para siempre. Si lo sentirá Daniel cuando le toque compartir con los más variados personajes esa suerte de "road movie existencial". Desde el caudaloso holandés Jost, bromista y "bon vivant", hasta la interesante canadiense de los ojos claros o el efervescente irlandés.

"El camino" es un viaje interior con sorpresas a lo largo del camino. Su recorrido tiene movimiento y pequeñas aventuras entretienen tantos kilómetros de paisaje. Sencillamente contada y con un elenco donde sobresalen Martin Sheen en un personaje de exterior duro, pero capaz de comprender lo diferente y Yorick van Wageningen, el gran actor holandés, tan dúctil como para dar vida a este encantador personaje, diametralmente opuesto al repugnante tutor de "La chica del dragón tatuado". Por ahí, como imprevista mesera la recordada Angela Molina. Un filme sencillo y emocionante.