El camino

Crítica de Diego Martínez Pisacco - CineFreaks

Santiago Querido

Los caminos del Señor son inescrutables señala un pasaje de la Biblia y lo mismo podría aplicarse a la carrera artística de Emilio Estevez que se inició en su juventud como actor para devenir luego en un errático director de cine. Tras integrar el brat pack en los 80’s junto a (ex) figuras como Ally Sheedy, Molly Ringwald, Rob Lowe, Demi Moore y Anthony Michael Hall, Emilio debutó en la dirección con precoces 24 años con un thriller a lo Bonnie & Clyde que no pasó por salas en la Argentina y que se editó en VHS con el título de Marcados por el peligro (Wisdom, 1987). Como intérprete Estevez nunca trascendió demasiado y poco después de interpretar al mítico Billy the Kid en el díptico del Oeste que conformaron Demasiado Jóvenes para morir (1988) y Llamarada de Gloria (1990) apenas si tuvo un discreto canto del cisne con Freejack (1992), cinta de ciencia-ficción en la que compartió cartel con el rocker Mick Jagger. Su estrella aquí empezó a menguar y a fines de los 90’s se lo recordaba más por Nosotros 5 (El Club del Desayuno), la comedia juvenil de John Hughes que lo lanzó a la fama, antes que por cualquiera de sus posteriores trabajos. Sus intentos como realizador tampoco han sido dignos de mención con la excepción de Bobby (2006), esmerada recreación en torno al asesinato del senador Robert Kennedy. El Camino (The Way, 2010), su más reciente opus, viene a confirmar que Emilio se está asentando en el oficio y es capaz de entregar una road movie de profunda humanidad con la que le rinde homenaje tanto a la gente como a la cultura de una España mostrada con un inocultable afecto.

Para los cinéfilos el clan Estevez no requiere de muchas presentaciones: papá Ramón (más conocido por su alias artístico: Martin Sheen) y los chicos Emilio, Ramón Luis, Carlos (el eternamente fiestero Charlie Sheen) y Renée. Todos ellos con amplio currículum en materia de cine (algunos más, otros menos). El padre de Martin Sheen, Don Francisco, era español y su mamá, irlandesa. Como la sangre tira hace unos años toda la familia celebró el centenario del nacimiento de la madre del actor de Apocalypse Now en Irlanda y aprovechando el viajecito algunos cruzaron el océano y aterrizaron en España con la idea ya instaurada de hacer El Camino de Santiago. De esta y otras experiencias documentadas surgió la obra más personal del ya madurito ex galán de Hollywood.

La historia sigue de cerca a varios personajes que se cruzan a lo largo de la peregrinación a Santiago de Compostela a través de una ruta ya constituida desde hace muchos siglos. La situación desencadenante para Tom, el oftalmólogo estadounidense viudo que encarna Sheen con una sabiduría acorde a sus años, es una llamada originada desde un pueblito enclavado en los Pirineos franceses. Un oficial de policía le notifica al hombre que su hijo Daniel ha fallecido en un accidente mientras empezaba el largo recorrido que lo llevaría hasta la ciudad donde se venera al apóstol Santiago el Mayor. Ya en Francia, y tras mucho meditarlo, Tom resuelve cumplir con el deseo de su único hijo aunque no está preparado ni física ni emocionalmente para una caminata tan exigente. Con las cenizas de Daniel descansando en una urna firmemente adosada a su mochila, Tom se deja arrastrar a una aventura de íntima trascendencia pero que no concluirá solo. Por la ruta se le irán sumando tres peregrinos de diverso origen (un holandés, un irlandés y una canadiense) con los cuales formará un bloque granítico en su búsqueda de algo que le dé sentido a tanto dolor…

El Camino atrapa con buenas armas desde la primera escena, le da su tiempo y espacio a cada personaje (que se vuelven queribles pese a sus defectos) para que crezcan en el espectador y no intenta vender un producto for export ni baja línea en términos de espiritualidad y/o religión. La unión, el compañerismo y la empatía que surge entre ellos a lo largo de los 800 kilómetros que comparten, se convierten en el principal sostén de un relato que no puede evitar caer en lo episódico pero se engrandece por la nobleza con que Estevez encaró la narración. Complementando a Sheen se lucen los actores Yorick van Wageningen, James Nesbitt y la reaparecida (por momentos irreconocible debido a las cirugías estéticas) Deborah Kara Unger. En personajes secundarios se pueden encontrar varias caras conocidas del cine ibérico. Por ejemplo, asombra ver a una muy avejentada Ángela Molina. La recordada estrella de Las Cosas del Querer aparenta muchos más que los 56 años que marca su documento…

Esta coproducción de los EE.UU. con la Filmax española –que se ha olvidado para bien, por una vez, de la fantasía y el horror- quizás no sea un filme que le cambie la existencia a nadie pero en una de esas funcione como catalizador para efectuar un viaje que convendría hacer si pretendemos mirarnos al espejo y reconocernos en su reflejo. El Camino promueve la gratitud hacia todo aquello que nos completa como personas: el amor, la amistad, la fe y unas buenas tapas, claro…