El camino

Crítica de Claudio Lo Iacona - Todo lo ve

Camino al Rencuentro

Esta película dirigida por Emilio Estévez, en la que también trabaja su padre Martin Sheen, narra la historia de Tom Avery, un conocido oftalmólogo que un día recibe la noticia de su hijo ha muerto cerca de los Pirineos.

Desde ese momento Tom (muy bien encarnado por Martin Sheen) va en busca de un hijo que no veía desde hace mucho, ya que Daniel (Emilio Estévez) había dejado el doctorado buscando conocer el mundo.

Esto que parecía un simple trámite para Tom, empieza a transformarse en un rencuentro con un hijo que está más presente que nunca.

Las interpretaciones son todas más que correctas, tanto como los ya mencionados padre e hijo, como las de Deborah Kara Unger (Actriz canadiense), Yorick Van Wageningen (Millenium: Los Hombres Que No amaban uno las Mujeres) y James Nesbit (Cinco minutos de Gloria junto a Liam Neeson) entre otros.

Y este es el mismo grupo que acompañará a este perplejo padre a realizar el camino de Santiago de Compostela, recorrido pendiente a cumplir por Daniel.

Un viaje que va más allá de transportar las cenizas a esparcir, sino El Camino para encontrarse consigo mismo y comprender cómo vivía su propio hijo.

Recorrido que se verá envuelto de obstáculos, buenos vinos, gitanos con princípios de ley y el fantasma de un hijo que lo acompañará durante todo el viaje.

No es la primera vez que Emilio se coloca detrás de cámara, además de haber realizado muchas historias para la televisión, es recordado por Bobby, una historia que recreaba una de las noches más trágicas de la historia de los EE.UU. En esa ocasión seguía la evolución de 22 personas de ficticios en el Hotel Ambassador de Los Ángeles, la víspera en que el senador Robert F. Kennedy fuera asesinado.

El film tiene una agradable estética, por uno de los caminos más bellos y significativos del mundo, cuenta con escasos diálogos, pero muchas miradas que hablan de por sí. El Camino conmueve, moviliza y llena los lagrimales de emociones, convirtiéndola en un viaje que no pasa por la fe, ni la religión, sino por la esperanza y la transformación.