El camino

Crítica de Bernabé Quiroga - CiNerd

CADA TROPIEZO CUENTA

Al momento de hacer una película, no hay que olvidar que existen temas que tienen que agarrarse con pinzas y ser tratados con delicadeza. EL CAMINO (THE WAY, 2010) intenta hablar sobre muchos de esos temas - la vida, la muerte, la paternidad, la redención, la auto-superación, la amistad, los sueños, la fe, la religión, la obesidad, el aborto, las diferencias culturales -, pero nunca llega a tratar con el debido respeto o tiempo a cada uno. Eso la convierte en lo que para mí es, más que nada, una guía turística europea con un buen punto de partida, algo de humor, algo de drama, algo del gran Martin Sheen, pero mucho cliché y fallas.
El film empieza rápido y sin mucha intensidad: Mientras juega golf, Tom Avery (Sheen), un oftalmólogo de California, se entera de que su hijo Daniel (Emilio Estevez, su hijo en la vida real y el responsable de este film), con quien no tenía una muy buena relación, murió en Francia mientras comenzaba a hacer el Camino de Santiago de Compostela, una caminata espiritual por el corazón de Europa. Al llegar allí y recibir la cenizas de su hijo, Tom decide que terminará el Camino por él. Durante el recorrido, diferentes individuos se unirán a él y lo acompañarán en este viaje que cambiará su vida, su modo de ver el mundo y de recordar a su hijo.
Obviamente, es uno de esos films que llegan al corazón del espectador, pero el modo en que Estevez lo dirigió no permite que llegue también a su cerebro. Visualmente es lindo pero poco interesante y poco personal, ya que los planos bien podrían haber salido de un documental de Discovery Channel. Mientras que narrativamente, EL CAMINO falla en varios puntos. Primero, sus personajes: todos, a excepción de Tom, son una colección de insoportables individuos estereotipados que nunca llegas a querer, incluso a pesar de que a veces aportan momentos de comedia. Su evolución es torpe y sus aportes a la historia principal son casi innecesarios. Probablemente hubiese sido más aburrida, pero Tom Avery debería haber recorrido este camino solo, al mejor estilo HACIA RUTAS SALVAJES (INTO THE WILD, 2007), un verdadero ejemplo de este estilo de cintas, tanto a nivel visual como narrativo.
El film es muy de manual y su estructura está demasiado apegada a la de las road-movies, volviéndose de a momentos repetitiva y predecible. Camina, para, conoce a alguien, camina, para, conoce a alguien, camina, para, conoce a alguien. En cada paso que Tom da, en cada parada que hace y en cada persona que conoce, el film suma un nuevo tema. El problema es que trata demasiados y de manera muy light. En vez de esta tomada de pelo, EL CAMINO debería haberse centrado por completo en la relación padre-hijo, ya que cuando Sheen y Estevez comparten la pantalla, son magníficos. Pero, aunque a veces reaparece en flashbacks o en las enternecedoras visiones de Tom, el guión olvida en más de una ocasión a David para contar sub-tramas débiles o poco interesantes que a veces no cierran; escenas que intentan ser graciosas o dramáticas pero son patéticas o muy varadas; algunas enseñanzas de vida mal dadas y un final desabrido y poco emotivo. Si bien no se aburrirán y sí se emocionarán con la historia de Tom, lamentablemente encontrarán muchas piedras en este camino, con las que el film tropieza en más de una ocasión. Y en cine, muchas veces, un tropezón es caída. Aquí ciertamente lo es.