El camino de Santiago

Crítica de Brenda Caletti - CineramaPlus+

LAZOS ESENCIALES

“¿Cuál fue el secreto?”, se pregunta uno de los entrevistados y, casi de forma instantánea, se responde a sí mismo: “Que Santiago planteó la interrelación de las diferentes noticias en el curso de la semana”.

En efecto, la mayoría de los testimonios de la película El camino de Santiago, Periodismo, Cine y Revolución en Cuba reconocen como destreza primordial de Santiago Álvarez, considerado el pionero del cine documental en Cuba y realizador del noticiero del ICAIC por 30 años, la búsqueda de un hilo conductor de los hechos, el trabajo de puesta y también de cuestionamiento de los documentos, más allá de su afinidad hacia la Revolución cubana. Pero, quizás, su mayor virtud tenga que ver con otra capacidad también acentuada por quienes lo conocieron o trabajaron a su lado: la mirada estética, es decir, la habilidad de otorgarle a un documento una connotación artística.

De esta forma, la metodología de Álvarez se acercaba más a una producción ensayística o crítica, profundizaba los análisis, las indagaciones, la relación entre los diferentes actores sociales e incluía otros elementos artísticos como caricaturas, grabados, fotografías o pinturas y resignificaba su valor.

Pero en el documental de Fernando Krichmar, no sólo se busca rendir un homenaje a la figura de Álvarez desde los testimonios o el material de archivo, sino también a través de la mirada de las nuevas generaciones. Por tal motivo, un grupo de jóvenes profesionales, guiados por antiguos compañeros de Álvarez, intenta construir un noticiero similar a los del ICAIC (Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográfica), aunque con un sello propio.

Resulta muy interesante la charla luego de la proyección del noticiero del 1 de mayo de 2010 porque no sólo evidencia un recorrido por la historia del país acentuado en sus aspectos políticos, sociales y culturales, sino también enfatiza el intercambio generacional, las preocupaciones, trayectos y aspiraciones del pueblo.

El homenaje, entonces, se va recontextualizando a lo largo de El camino de Santiago, Periodismo, Cine y Revolución en Cuba: comienza desde un particular enmarcado en la figura de Álvarez, luego se expande con el colectivo entre jóvenes y ya consagrados profesionales y termina con la exposición de la esencia del cubano; como si se tratara de ese trabajo artístico de los documentos y la profundización de los contenidos, la revelación de un secreto inmortal.

Por Brenda Caletti
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