El buen mentiroso

Crítica de Isabel Croce - La Prensa

Roy Courtnay (Ian Mc Kellen) y Betty Mc Leish (Helen Mirren) se conocen a través de una suerte de Tinder, que reúne corazones solitarios. Setentones, viudos, bien educados, se gustan y comienza una relación tranquila en la que el espectador, durante la primera parte del filme accede a la doble vida de Roy, que no es otro que un estafador de alto vuelo. Con su socio (Jim Carter, el mayordomo de "Downton Abbey"), se especializan en inversores que apuestan a ganancias rápidas.
Si la primera parte se desarrolla en un atractivo country, donde Betty demuestra a Roy que es una viuda rica pero con un nieto molesto, la segunda parte entra en lo poco verosímil y ubica a los viudos en un viaje de placer, uno de cuyos destinos se convierte en la vuelta de tuerca del relato. Cuando uno suponía que Betty era la próxima víctima del elegante estafador, el viraje se mete en recurrencias a la Segunda Guerra Mundial con tufillo rancio. Lamentablemente dos peso pesados de la actuación, shakespearianos de tradición. Mirren y Mc Kellen tienen que "nadar" contra una trama previsible y sin la suficiente garra.
La cosa parecía venir mejor, al menos en la primera parte, cuando uno dudaba que la Mirren, que en la estupenda "Prime Suspect" sorprendía con su olfato detectivesco, se tragara la caballerosidad del rugoso Mc Kellen. Pero no, a pesar de que Betty no es la "inocente" viuda engañada, lo que se viene que parece una ensoñación del maestro Gandalf (Mc Kellen en "El Señor de los Anillos"), no aporta nada a un pretendido buen policial.
Comparada con "Dioses y Monstruos", una de las primeras películas de Bill Condon, en que develaba la vida secreta del director James Whale y su jardinero, "El buen mentiroso" es una decepción, sólo aceptable por los grandes actores que la protagonizan.