El buen mentiroso

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

Se agradece una película protagonizada por personajes de la tercera edad en el actual panorama cinematográfico y con esta historia clásica que reúne romance crepuscular, estafa y misterio.

Bajo la dirección de Bill Condon y guión de Jeffrey Hatcher, inspirado en la novela homónima de Nicholas Searle de 2015, El buen mentiroso tiene el mérito de tener una pareja protagónica de lujo: Helen Mirren e Ian McKellen -quien trabajó con Condon en Dioses y monstruos- como dos ancianos que se conocen por internet y se citan para encontrar una segunda oportunidad en sus vidas. 

Ambientada en Londres y Berlín de 2009, Roy -McKellen- esconde sus verdaderas intenciones porque es un viejo estafador que engaña a incautos con supuestas inversiones que multiplican sus ganancias. Sin embargo, cuando encuentra a la adinerada viuda Betty -Mirren-, a quien ve como la presa ideal para sus planes, comienza a tener otros sentimientos por ella. Ambos no tienen nada que perder en esta nueva etapa de sus vidas: Roy tiene un hijo y Betty lo perdió en un accidente automovilístico. 

"El iluso se une con el desesperado" en esta trama que transita con comodidad por el romance otoñal -la primera cita en el restaurante y la salida al cine para ver Bastardos sin gloria- y deja lugar al engaño en su segundo tramo. Aunque se puedan adivinar algunas situaciones, la película cumple por la química que se genera entre ambos, el desarrollo de los personajes y las situaciones que los empujan hacia un desenlace que recurre a los flashbacks para dar otra vuelta de tuerca.

La tercera pata importante del relato recae en Steven -Russell Tovey-, el nieto de Betty que protege y no ve con buenos ojos la llegada al hogar de la nueva "conquista amorosa" de su abuela. En esa ciudad vertiginosa también hay tiempo para que Roy despliegue su segunda vida debajo de su mirada compradora y casi angelical que lo relaciona con un mundo marginal y peligroso, rodeado de abogados, sospechosos y hasta un sangriento "accidente" en el subte. 

Los móviles, las identidades y la -des-confianza se pondrán en marcha con el correr de los minutos en este efectivo juego de las apariencias engañosas.