El bosque siniestro

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

El bosque Aokigahara, o Mar de Árboles, es una zona de Japón, a 30km del Monte Fuji, que debido a las leyendas que existen a su alrededor se convirtió en un retorcido atractivo turístico.
Dentro de la mitología japonesa se lo menciona como un lugar relacionado a los demonios. En el Siglo XIX, asolados por la hambruna, niños y ancianos eran abandonados en sus profundidades cuando no podían ser mantenidos. En la década del ’60 la novela Nami No Tou incrementó su fama utilizándolo como lugar para el suicidio de sus protagonistas, y en 1993 se publicó una guía para el suicidio que lo ubicaba como un lugar predilecto. Gracias Wikipedia.
Semejante historia alrededor no podía ser desaprovechada por Hollywood, y su manía a la hora de realizar films de terror, de ubicar todo tipo de horrores fuera de su país.
El Bosque Siniestro acomoda la mitología a su gusto y nos cuenta la historia de dos gemelas, Sara y Jess (Natalie Dormer x 2) con el pasado turbio que toda protagonista de terror tiene que tener.
Jess se encontraba en Japón cuando desapareció, la última vez que se la vio fue penetrándo en el bosque. Sara viaja hasta ese país con la idea de atar cabos y encontrarla, y nada la detendrá frente a su deseo de entrar al susodicho lugar con tal de localizar rastros.
El guión, escrito por tres personas (Nick Antosca, Sarah Cornwell, y Ben Ketai), narra algunos hechos previos a las apuradas para crear un contexto, y de inmediato nos pone en escena con Sara dentro del bosque acompañada en un principio por un periodista estadounidense que de casualidad se encuentra en el país oriental, y un guía del bosque que le da una serie de instrucciones.
Pero luego, retoma esos hechos del pasado, y también nos muestra la búsqueda desde del afuera por las autoridades de Sara, que por supuesto, rompe las reglas y se pierde.
El bosque siniestro no se ahorra unos cuantos sustos, algunos más logrados que otros. Si la leyenda dice que los espíritus de los suicidas se quedan dentro del lugar, no hay que ser muy avispado para saber con qué se encontrará Sara, aun así, los sobresaltos llegan.
El problema es que los tres guionistas y el director operaprimistra Jason Zada no pudieron darle fluidez a la narración. La sucesión es aclimática, precisamente por esa necesidad apurada de presentarnos a la protagonista en el lugar maldito, y luego retroceder sobre sus pasos cortando los cuadros.
La historia de las hermanas no termina de armarse, y no se entiende bien para qué existe más que como excusa para lo que vendrá luego (como si fuese necesario). Se trata de enfatizar los momentos en el bosque con los recursos ya conocidos de la soledad y los imprevistos por cualquier lado. Pero este ritmo cortado, hace que se note lo gastado de los recursos, que de haber formado un solo bloque se hubiese disimulado mejor.
De todos modos, El bosque siniestro, como modesto film de horror logra sostenerse sin mayores esperanzas que las de ver una más. Natalie Dormer cumple una labor satisfactoria para este tipo de películas y sostiene con su solo rostro buena parte del relato.
La historia real del bosque, y la iconografía del lugar (en las que aparentemente hay hasta carteles que advierten a los turistas con frases para evitar las ganas de matarse y ese tipo de cosas) ya de por sí son bastante interesante como marco para una película de terror, el resto puede ser sólo un agregado.
Un final que dividirá aguas, terminará por dar el veredicto final sobre esta película, para saber, en cada uno, si la experiencia fue satisfactoria, o una pérdida de tiempo. Lo que sí es seguro, sea cual sea el resultado, a ninguno que la vea le darán ganas de suicidarse, las hay mejores, pero también peores.