El bosque de Karadima

Crítica de Regina Fallangi - Cine & Medios

Secreto de confesión.

Thomas Leyton (Benjamín Vicuña) era un joven de 17 años, proveniente de una acomodada familia chilena con una trágica y violenta historia, que a principios de los años ochentas y en plena dictadura de Pinochet se acerca a la iglesia de El bosque para conocer al padre Fernando Karadima (Luis Gnecco), en busca de un guía espiritual.
El padre Karadima era un hombre fuerte, carismático, que tenía embelesada a la alta y conservadora sociedad chilena con sus misas, y así gozaba de los beneficios de sus donaciones.
Al ver la enorme angustia y tristeza de Thomas el padre aprovecha sus debilidades para ejercer sobre el una enorme influencia, que con el tiempo se convertirá en abuso psicológico y finalmente sexual.
De producción austera, despojada, con una simple pero efectiva reproducción de época, la película va y viene en el tiempo de forma prolija para narrar sin morbo, pero de forma detallada, cómo se desarrolló el complejo abuso en el que tanto Leyton como su familia terminaron siendo marionetas de Karadima.
Sin tomar una posición "anti-iglesia" la película muestra de forma realista como esta institución fue campo fértil para el abuso, y el doloroso camino de Leyton para reconocer el ultraje y finalmente llevarlo a la justicia.
Si bien es un tema que ha sido recurrente en varios filmes -como por ejemplo la ganadora del Oscar "Spotlight"-, "El bosque de Karadima" no está armado como una denuncia, sino como una historia personal. Basada en los relatos de James Hamilton, el primero de las víctimas de Karadima que se animó a hablar y revelar los abusos del sacerdote, se construyó esta historia que a pesar de lo creyente y conservadora que es la sociedad chilena fue la película con mayor cantidad de espectadores del año 2015, y este año se convirtió en una miniserie de cuatro capítulos, con material extra que no aparece en el filme.
Luis Gnecco realiza una extraordinaria y minuciosa interpretación del cura, sin exageraciones ni lugares comunes y tanto Benjamín Vicuña como Ingrid Isensee, quien interpreta a su esposa, están correctos en sus roles.
Una prolija e intimista dirección -aunque por momentos un tanto monótona y fría- expone esta dura historia, cuyo particular enfoque la convierte en un drama alejado de propagandas y efectismos cuyo resultado es un interesante filme basado en hechos reales.