El Bosco

Crítica de Alejandro Lingenti - La Nación

El arte de expandir los sentidos

"Cuantas más interpretaciones tiene la máquina, más marcha", señaló Umberto Eco sobre El jardín de las delicias. El intelectual italiano fallecido en 2016 era uno de los elegidos por el español José Luis López Linares para desarrollar la larga charla sobre el famoso tríptico que pintó El Bosco en el siglo XVI, columna vertebral de este fascinante documental. Eco no pudo estar, pero sí participaron Orhan Pamuk, Salman Rushdie, Laura Restrepo y Michel Onfray, entre otros.

La idea de entender esta compleja obra pictórica que es parte del patrimonio del Museo del Prado madrileño como una pieza de conversación permanente, tal como se supone que lo era en la corte de los Nassau -en cuyo palacio de Bruselas la vio por primera vez Antonio de Beatis, biógrafo del pintor-, es del historiador del arte holandés Reindert Falkenburg. Y López Linares supo cómo trasplantarla al cine con fluidez e inteligencia. Las reacciones e interpretaciones que dispara la pintura dejan entrever su poder de sugestión.

Una de las más conmovedoras es la de la catalana Silvia Pérez Cruz, que en un momento abandona la reflexión intelectual para entregarse al canto. Como cualquier obra de arte de excelencia, El jardín de las delicias, lejos de clausurar sentido, lo expande en múltiples direcciones. Tanto como para que López Linares incluya en la banda sonora a Bach, Elvis Costello y Lana del Rey, y hasta se permita un inesperado paralelismo con el festival de Woodstock.