El bar

Crítica de Alejandro Lingenti - La Nación

Una feria de las calamidades

Después de su explosiva aparición con Acción mutante (1992), Álex de la Iglesia ratificó su talento e imaginación como cineasta con El día de la bestia (1995), que fue un gran éxito en su país y le dio su único Goya como director. De ahí en más, el director vasco llevó adelante una carrera irregular, en la que sufrió unos cuantos traspiés económicos: Perdita Durango (1997), 800 balas (2002) y Balada triste de trompeta (2010) fueron estrepitosos fracasos de taquilla. En El bar vuelve a trabajar con el cruce entre el terror y la comedia negra en clave disparatada que, a esta altura, es su marca registrada.

Un inesperado asesinato contado con virtuosismo en una notable secuencia inicial provoca que los extravagantes personajes de la historia queden encerrados en el bar del título e intenten sobrevivir a toda costa, cercados por una especie de mendigo satánico. Estrenada en el último Festival de Berlín, El bar, en cuyo elenco aparece el argentino Alejandro Awada, podría definirse como una versión trash, efectista y acelerada de Los 8 más odiados, de Quentin Tarantino. O también como una agotadora feria de calamidades y escatologías destinada a causar repulsión o, en el mejor de los casos, apenas un par de sonrisas cínicas. Lo seguro es que la película deja bastante claro que ha llegado para De la Iglesia la hora de reinventarse.