El azote

Crítica de Ariel Abosch - El rincón del cinéfilo

Le dicen el “murciélago”, pero a él no le gusta. Simplemente quiere que lo llamen por su nombre. Carlos (Kiran Sharbis). Trabaja como asistente social en un centro de atención de menores conflictivos y con graves problemas familiares y sociales. Allí van chicos y adolescentes, como si fuese la última oportunidad que tienen de reencauzarse antes de ser detenidos.

La película dirigida por José Celestino Campusano no ahorra en detalles a la hora de describir, con seriedad y severidad, una problemática creciente que aqueja a nuestro país. Pero no se detiene sólo en eso sino también en la vida del protagonista, porque él mismo tiene sus problemas, viene de una infancia dura, fue músico, se viste siempre de negro, su mujer lo abandonó y tiene a su madre (Ana María Conejeros) en silla de ruedas. Con todo esto tiene que lidiar, mientras maneja con sabiduría los conflictos diarios que suceden en ese centro con los chicos y con un compañero de trabajo que lo tiene a maltraer.

Esta historia se desarrolla en su totalidad, en uno de los territorios preferidos por los argentinos para hacer turismo. Pero en este caso se encuentra muy lejos de la alegría y diversión que provoca Bariloche. Allá arriba del centro de la ciudad, en la zona de Los Altos, donde la vida es mucho más austera, las viviendas son humildes, el frío se filtra por todos lados y las calles son de tierra, Carlos se mueve con soltura, a todos lados va caminando, otras veces lo llevan en auto, lo conocen casi todos, lo aprecian y respetan. Él sabe los códigos de la calle y nada lo atemoriza.

Pese a que las escenas del film están muy bien elaboradas y el director va directo al grano en cada acción, las que tienen un porqué para justificar más adelante lo que va a suceder, hay un desacople evidente con los diálogos, pero no de sincronización sino de cómo lo dicen, son demasiado solemnes, suenan anticuados, máxime para el tipo de clase social, y las edades que representan, donde habitualmente, utilizan un lenguaje mucho más urbano y coloquial. El ritmo intenso que tienen las acciones son ralentizadas por la lentitud con la que expresan los integrantes del elenco las líneas del guión.

No todo lo que reluce es oro en un centro turístico. Para mantenerlo, hay otra gente que la pasa mal, son los olvidados y marginados del Estado, y el sufrimiento que padecen los lleva muchas veces por el mal camino, como el de la autodestrucción o ejerciendo la violencia sobre los demás. Y para solucionar, o atenuar las peleas, siempre está presente Carlos, que va a donde lo requieran.