El atelier

Crítica de Brenda Caletti - CineramaPlus+

(RE) CONOCERSE

“Siempre se empieza de cero. Arriésguense”, insta Olivia, docente del curso y novelista, para que los jóvenes se animen a escribir unas líneas. Más allá del incentivo diegético que se amolda a la gran cantidad de subtemas, microrelatos y hasta guiños trazados por Laurent Cantet, parecería que el mismo director se propone estimular al público en una suerte de rastreo y reconocimiento del complejo trabajo en capas del filme.

En un primer acercamiento, el foco se encuentra en el despliegue de las dos historias paralelas: por un lado, las reuniones y debates del taller de escritura; por otro, la vida cotidiana de Antoine, uno de los chicos que asiste al espacio. El director contrapone los polos colectivo/individual y público/privado para reforzar las emociones, las dudas, las ideologías y las búsquedas de los personajes.

De esta forma, los relatos encuentran puntos de conflicto y de intercambio entre sí a tal punto que debatir cómo aparece el cuerpo o qué es lo que ve el asesino de la futura obra policial se equipara al contenido virtual consumido por Antoine como videojuegos, discursos políticos o propagandas para alistarse en el ejército. Además, ambos utilizan algún nexo acuático como sostén ya sea el astillero, el puerto o un yate –como lugar del crimen– o el mar –como sitio de relax del joven–.

Esta gran capa habilita el análisis de otros aspectos de El Atelier que tienen que ver con la exhibición de conflictos políticos, sociales y culturales de la actualidad francesa puesto que los temas que aborda el grupo juvenil exceden a lo puramente ficcional. Allí se plasma el terrorismo, la inmigración, el material que circula en las redes, la violencia, el legado histórico y la renovada lucha entre la izquierda y la derecha desde la mirada de las nuevas generaciones y de la multicuralidad ya que en el curso hay chicos con ascendencia árabe, negra y blanca e, incluso, se evidencia cierta discriminación por parte de ellos hacia la docente cuando dicen que tiene un acento parisino y no le entienden cuando habla.

Por último, la película plantea el contexto del país y europeo – uno de los videos menciona la pérdida de la identidad del continente y de sus tradiciones debido a la apertura de fronteras y al mestizaje– desde lo puramente cinematográfico. No es casual que el sitio elegido sea la Ciotat, donde se registró el famoso corto de los hermanos Lumiére La llegada de un tren a la estación de la Ciotat replicado en numerosas obras o la inclusión de un fragmento que emula La salida de la fábrica Lumiére en Lyon –considerada la primer producción de la historia del cine– en versión renovada porque se muestra una moto en lugar de la bicicleta. También juega con fragmentos de diferentes texturas audiovisuales, el voyeurismo y con la ya obsoleta oposición entre documental y ficción trabajada desde la escritura versus la vida cotidiana o los registros caseros.

Cantet, entonces, estimula tanto a los personajes como a los espectadores en la búsqueda de la identidad, la pertenencia y los límites no sólo para determinar las singularidades, sino también al ser social impregnado en la historia. Sólo es necesario dar el primer paso.

Por Brenda Caletti
@117Brenn