El asesinato de la familia Borden

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

De la mano del director de "The Boy", Charles William Macneill, "El asesinato de la familia Borden" es una fría aproximación a uno de los sucesos criminales más famosos de la historia estadounidense.
Así como nuestra (es uruguaya pero la queremos como nuestra) Natalia Oreiro soñó con interpretar a la estrella de la bailanta Gilda, y pugnó hasta conseguirlo. Chloe Sevigny hacía años que tenía un personaje en mente al que ponerle el cuerpo, la famosa asesina Lizzie Borden.
Luchó por hacerse con los derechos, por encarar la producción, hasta pensó alguna vez en autodirigirse, y finalmente lo logró.
Chole Sevigny es Lizzie Borden en la pantalla. ¿Pero quién es Lizzie Borden? Para los que buscan referencias en todo, es la figura femenina que aparece en el jurado que enjuicia a Homero Simpson cuando termina comiéndose la tentadora rosquilla que le consiguió Flanders Satanás.
Lizzie es conocida popularmente como la asesina del hacha. El 4 de agosto de 1892, presuntamente, aunque nunca fue condenada, asesinó a su padre y a su madrastra, empuñando el arma de marras de un modo frío y calculador.
Tan frío como el resultado de El asesinato de la familia Borden. Craig William MacNeill tiene como único antecedente en el cine, The Boy. No, no la del muñeco que aparentemente cobra vida. Un thriller (muy) dramático, independiente, sobre un niño que crece en un pueblo rural, salvaje, y expresa conductas que revelan un costado muy oscuro.
En su segunda película como director, MacNeill vuelve a hacer gala de un modo narrativo que decide inclinarse más por el drama que por la vertiente de género que insinúa la premisa; aunque de un modo menos críptico, y con menos sublecturas que en su ópera prima.
En realidad, "El asesinato de la familia Borden" nos habla más de la represión, del querer y no poder, de la sangre contenida; más que de la sangre derramada. Como si se tratase de un capítulo largo de Mujeres asesinas; el film comienza exponiéndonos el crimen.
Ya sabemos cuál es el resultado, y a raíz de las imágenes, podemos hacernos una idea por dónde vendrá la mano, olvídense de algo realmente jugado. Tal cual sucedía en el unitario de Pol-Ka, iremos conociendo varios aspectos de la vida de Lizzie Borden, haciendo foco en lo emocional, específicamente en la relación que esta entabla con Bridget (Kristen Stewart), la empleada doméstica con la que creará un potente lazo.
Los Borden son una familia respetada, de alto nivel, y Lizzie, por supuesto, es la oveja negra. Es incomprendida, y mantiene una conflictiva relación con su padre Andrew (Jamey Sheridan), y mejor ni hablar de Abby, la madrastra (Fiona Shaw).
Bridget es el único refugio, aunque ni siquiera eso es bien visto. En el guion de la debutante Bryce Kass, Lizzie es una mujer de avanzada, progresista, que busca liberarse de las ataduras para vivir una vida como quiere, pero sufre constantemente las consecuencias de la represión. El crimen será visto como el único escape. Todo nos lleva a sentir empatía por Lizzie y a comprender el por qué de los hechos cometidos.
Nuevamente, similar a lo que sucedía en la serie argentina. Ya existen otras adaptaciones de la historia de Borden, como la reciente miniserie con Christina Ricci, que por una cuestión de extensión permitió un mejor desarrollo de las aristas del personaje. "El asesinato de la familia Borden" peca de un tratamiento demasiado solemne para un personaje supuestamente apasionado que vivía bajo las reglas de la represión.
Como si el mismo MacNeill se impusiese esas reglas, el film discurre con una lentitud y una tranquilidad que no le permiten elevarse más allá del drama de época que cae en la trampa de escandalizarse por las mismos elementos sobre los que proclama liberación.
En el elenco, Chole Sevigny, por supuesto, brilla, aunque ya la hemos visto componer roles similares a este. Una actriz adorada por el cine indie estadounidense, especialista en personajes parcos, de expresiones mínimas, de gran pesadumbres; todo lo que es Lizzie Borden.
Kristen Stewart se ubica por debajo de Sevigny, aunque supera la media de sus criticadas composiciones habituales. La química entre ellas no es la más lograda, pero cumple. Del resto del elenco, Fiona Shaw impone su talento; aunque ninguna adquiere la dimensión necesaria en el guion.
Charles William MacNeill logra en "El asesinato de la familia Borden" una propuesta correcta, elegante, refinada, de tonos opacos, y composiciones adustas. Pero sin el riesgo, la vena, y sobre todo, la pasión y pulsión que el hecho merecía. Es correcta, demasiado correcta.