El Artista

Crítica de Dialoguista Cinéfila - Diálogos Cinéfilos

Que nos guste una película, puede tener muchos motivos. El principal es que nos llegue emotivamente por alguna razón. Que nos sintamos identificados con la historia, los personajes, el tema tratado, etc. También puede gustarnos por la parte técnica. Es viejo y arduo el dilema de si la parte técnica ayuda a qué la emoción surja. Es fácil encontrar ejemplos de películas que tocan temas que nos interesan y están contados de forma que no nos atrapan. Y de igual manera, pelis que quizá no están contadas tan bien, pero el tema pudo más en nosotros, de alguna manera. Entender el mecanismo exacto, es imposible, inabarcable como la cantidad de películas y espectadores existen. Lo cierto es que a veces, el tema, es justamente la técnica. O al menos, parte de este. Eso pasa en The Artist. La emoción que provoca, es algo parecida a lo que le pasa al prota de Medianoche en París, cuando viaja a otra época que admira. No por ser mejor (aunque éste así lo crea), sino porque esta lejos. Hoy, sabemos lo que llegó a ser historia. Y no sabemos qué de aquello cercano, pasará a serlo el día de mañana. Ahí radica el truco, y la magia de que lo viejo, encante. Esta lejos, y esta presente. La técnica de The Artist, no es nueva, y aunque no utilizada de la forma en la que lo hace la película, esta presente, de una u otra forma, en cada película. Tardó muchos años el cine, luego de comenzar el sonoro, en volver a utilizar, como recurso, el silencio. Y hoy se utiliza en innumerables escenas, porque a veces, no hay nada que lo diga de mejor forma, que la ausencia total de sonido.

Me voy a ir por las ramas, ya lo están notando, y yo. Soy conciente y lo elijo. Voy a ir y venir, por todo aquello que me hizo sentir y pensar esta peli.

Se dice por ahí, que no innova nada. No, muchas películas (casi todas las que adoramos año a año) no innovan nada. Parece ser que cuando una película gusta mucho, se le pide demasiado, se le pide prácticamente, que invente el cine. Y sin embargo, otras tantas películas que referencian el cine, o algún género, suelen gustar, más allá de guión y de prácticamente todo, porque al espectador le gustan esos guiños. Y hay películas con guiños y con arte, como Toy Story por ejemplo. Si, si hablo de ochenta películas y recorro todos mis visionados tengan paciencia. Hago catarsis y pienso mientras escribo. No importa si tiene o no que ver, tiene sentido para mi. Y esta película, gusta, sobre todo, por eso, por la innumerable cantidad de referencias y guiños. ¿fáciles? Me importa poco. Es como recibir un regalo ochentoso en Facebook (salvando las distancias ¿hay que aclararlo?) y uno se emocione por que justo es la imagen de un pacman o de un alfajor Maradona (de esos que ya no hay). Por que uno creció con eso. Me dirán seguramente, que no crecí con el cine de los años 20 (les aconsejo que no hagan apuestas al respecto jajaja) en serio que no. Pero si crecí con ese cine siendo viejo. Es ese cine, el que me atrapaba en las madrugadas en la tele (y me sigue atrapando) en los grandes programas dedicados al cine que tiene un canal de por aquí. Si, te tenes que quedar despierto hasta las 3 de la mañana. O poner a trabajar a tu vieja video (¿Por qué creen que adoro los VHS?). Es así como descubrí, lejos en el tiempo, y casi casi lejos en el recuerdo también, el placer de disfrutar (aún siendo adolescente, lo que ahora no puede sonar muy raro, pero en mi adolescencia a las películas argentinas, tanto como a las películas en blanco y negro, se las consideraba, casi tanto peor que al tango), películas como la grandiosa argentina Dios se lo pague, o mirando a otros territorios, las conocidas Trópico de Capricornio, El tercer Hombre, Cumbres Borrascosas, o (no estoy nombrando cine mudo, lo sé, ahí llegamos a ello) al grandioso Chaplin en El Pibe, o Tiempos Modernos. Y es que si todavía adoramos ver un mimo en una plaza, no podemos despreciar a Chaplin y sus muecas. Si todavía amamos el teatro, no podemos despreciar el arte de actuar diferente que tras la cámara. Y si amamos al cine por lo que es, no podemos desconocer que bebe de todas las artes y con ellas crea una nueva. Y es eso lo que me emocionó de The Artist, que es un guiño al cine, de una época, y en definitiva de todas las épocas. Es un poco de El ocaso de una vida, Candilejas, Cantando bajo la lluvia (la mayor referencia, y no gratuita), pasando por otras como El apartamento. No todas sus referencias, son de cine mudo. Por que The artista, no es sola muda. Habla de una bisagra. Y usa elementos de ambas partes.

Se puede decir que el guión es sencillo. En su superficie si. ¿No lo parecen las películas de Chaplin también? Sin embargo, son en esa simpleza donde tienen su grandeza, donde hablan del mundo. The Artist habla del cambio, como otros cambios que tenemos hoy, habla del adaptarse, cosa que tenemos que practicar prácticamente a diario en cosas pequeñas y cada tanto en otras más difíciles. Habla de magnetismo, de edades, etc. Pero básicamente dice, para mi, que el ser humano deber adaptarse pero no desmerecer aquello que por viejo, hoy no es tan popular. Y qué mejor manera que jugar grandiosamente con imagen y sonido como lo hace la película, en un ejercicio audiovisual digno de un análisis profundo (aunque no sea necesario pero si interesante). Utilizarán esta película para enseñar si, estoy casi segura. Como utilizan las de Chomet. ¿Ya dije que The Artist me recuerda a las pelis de Chomet? Lo digo, me lo recuerda. ¿Por? Por el arte que tiene, por ese juego que mencionaba antes, por darle significado a cada significante. Por hacer de cada plano, cada transición de imagen, cada elipsis, cada sonido, un repaso por el cine, un guiño admirado y admirable, hacia este arte y su manera de crecer.
Decía que la historia era simple en su superficie, y que no lo es tanto. Poco importa, pero vamos al caso que la historia es un collage, como los simples y entretenidos ejercicios de escritura en los que tenemos que armar una historia con palabras dadas. Acá armaron una, mezclando partes de otras. Y al menos a mi entender, no es tan fácil como parece.

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El fuera de campo, representado por el sonido presente solo en la mueca.
Si hablamos además de la fotografía, de los juegos de reflejos. De lo que significa ver ese cine de ayer, reflejado en el de hoy. Si, señor, esta reflejado, aunque no parezca. Y todavía me voy por las ramas.
Y Peppy (el cine de hoy) siempre agradecida a George Valentin (el cine de ayer) porque ella es por él, indiscutiblemente. Y él, tiene que dejar volar sus polluelos, por que eso es parte de crecer, de su crecimiento inclusive.
¿Sigo? Vale la pena? Al que le guste le gustará, y al que no, no. Pero no puedo no decir que esta película me pareció una maravilla de emoción, y de estilo.
¿Osada? Un poco, y otro no. Si todos hicieran cine mudo, no sería la novedad. Pero ¿lo harían todos? Cuando la industria busca desesperadamente atraer gente al cine, con cada vez más espectáculo (que no reniego), todavía hay gente que piensa que con el mimo de la plaza, se puede emocionar.
¿qué me gustó de Toy Story? ¿su 3d? la verdad que no. Fue que me hizo pensar en mis juguetes.
¿Qué me gustó de Warrior? (ahí armé jaleo?) todo su ritmo si. Pero principalmente, la manito de Hardy dando dos golpecitos al hermano en el ring luego de escuchar un Te Quiero.
¿Qué nos gusta de las películas independientes? Que dicen con poco.
¿Porque amo el Stop Motion? ¿Y las pelis con un solo ambiente? ¿Por que me gusta una peli muda? ¿O la animación 2D? Por que en si misma tienen magia. Por que o la historia o la forma, contienen emoción.
El cine es emoción. (la técnica esta al servicio de esto). Y el cine que habla del cine, para los que amamos el cine, es emocionante.
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P.D.: The artist, me saco el sombrero!!! Voilá, se escuchan los aplausos!!! (¿los escuchan? Yo siii!!!) :D