El arte de la guerra

Crítica de Lilian Lapelle - Cine & Medios

Historia de un maestro

El arte de la guerra es la interesante historia de Ip Man (Tony Leung), maestro del legandario Bruce Lee. Pero no es en esa etapa de su vida en la que se centra esta película, sino en el camino que recorre antes de finalmente crear su propia academia de artes marciales.
El filme comienza en China en 1936, cuando Ip Man, maestro legendario de Wing Chun -hombre rico y con una hermosa familia-, aspira a ser el sucesor de el gran maestro Baosen, quien está a la cabeza de la orden de las artes marciales chinas.
Es en la despedida de Baosen, cuando conoce a su hija Gong Er (Zhang Ziyi), a su vez maestra del estilo Ba Gua, de quien se enamora; un romance que será imposible, ya que pertenecen a clanes opuestos.
La apacible vida de Ip Man se complica, cuando China es invadida por Japón, y llega la revolución. La historia recorre los cambios que esos tiempos complicados producen tanto en la vida de Ip Man, como en los diferentes clanes y escuelas.
No es una simple película de artes marciales, y mucho menos una película de acción; y aunque vale destacar que las peleas están maravillosamente filmadas, la historia se centra en la esencia de la disciplina, en cuestiones como el equilibrio, el balance, el interior del individuo, y aún en la ética de la lucha. Es la historia de un hombre con una vida tan interesante como difícil, pero que supo mantener sus ideas y conocimientos, a pesar de todos los cambios que debió atravesar, y supo transmitirlos convirtiéndose en un gran maestro.
Pocas veces se vieron en el cine peleas de artes marciales filmadas con tanto detalle, y tan poca ayuda de los efectos especiales; las peleas son poéticas, y no están centradas en el impacto, sino en lo estético (incluso los colores cambian durante la película según las diferentes etapas que va viviendo el protagonista).
Si bien la película es visualmente impecable, por momentos el guión es un poco flojo: el relato se hace lento, y hay largos diálogos que parecen no llevar a ninguna parte; cosa que no compromete demasiado el disfrute de este filme.